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Proyecto Puente

Se han cumplido los primeros 100 días de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. En este tiempo se perfila el estilo personal de Gobernar que vendrá en los próximos años. Quiero empezar por lo positivo. La honestidad. Es un valor que pocos políticos pueden presumir o sostener hoy en día. Tenemos a un Presidente con vida honesta. Libre de escándalos de corrupción en su privacidad. No se le conoce hasta hoy que sea un político que se sirva del poder para hacer negocios o riqueza. Esperemos siga así y no sucumba en el sexenio. La sobriedad del poder: Cambió la liturgia y simbología. Desde circular con un Jetta, modelo antiguo, hasta la forma de vestirse y desplazarse a los largo del País. Para muchos pone en riesgo su vida y la misma investidura presidencial. Llegar a una tienda de autoservicio por un botella con agua. Ir al baño público en una plaza. Son motivos de notas periodísticas en medios de comunicación. No se había visto a un Presidente sencillo. Sólo vemos a los políticos en campaña hasta dormir en casas de ciudadanos. Es un Presidente querido. Tiene pueblo. Lo defienden en redes sociales como a pocos gobernantes. Su forma de comunicar conecta fácilmente. Las conferencias de prensa diarias frente a medios de comunicación, con todo y su falta de rigor y eficiencia, gustan a los ciudadanos. Sus críticos lo ven como una evangelización diaria del poder al dictar lo que él quiere pero también se expone para hablar de cualquier tema. Todos los medios del País, los serios y formales y no tanto, pueden asistir a Palacio Nacional a realizar preguntas al Presidente sobre temas de los estados. El medio donde laboro abrió brecha en Sonora. Se le quitó el monopolio a la fuente presidencial del pasado que para llegar al Presidente se tenía que atravesar un filtro del Estado Mayor Presidencial (EMP) por meses y sin resultados. El no vivir en Los Pinos y seguir en su casa de siempre es otro gesto de modestia en el poder. Hasta hoy actúa rápido con inconsistencias en su Gobierno: En el Conacyt puso orden al renunciar a la modista que no tenía el perfil para ocupar el puesto. Despidió a funcionarios heredados que están involucrados en la Estafa Maestra. El haber desmantelado al EMP, hasta hoy, se ve como un acierto. Su seguridad se refuerza con mujeres. No con el cuerpo agresivo que aplastaba a cualquiera que intentaba acercarse al Presidente en turno. Su esposa, Beatriz Gutiérrez, es un activo. Domina las redes sociales y, además, es una intelectual. Su forma de comunicar y gobernar lo mantiene, no sabemos por cuánto tiempo, con una aprobación de la mayoría de los mexicanos y entre los mejores presidentes del mundo, según Mitofsky. Lo malo: El pacto con Enrique Peña Nieto. No hay congruencia entre el decir y el hacer. Por un lado denuncia que heredó un País quebrado y corrupto, que es verdad, pero no se ha perseguido ningún exceso. Hay una sobre concentración de poder presidencial en la toma de decisiones. AMLO decide hasta quién pregunta en las conferencias de prensa. Estoy de acuerdo en programas para atender a los que no estudian ni trabajan, pero es un exceso la repartición de dinero que quiere hacer en programas populares que darán rentabilidad electoral. El programa de las estancias infantiles fue y es reconocido a nivel internacional por el apoyo a las madres de familia. El quitar el apoyo a algunas estancias sin informar correctamente, con claridad, cuáles sí y cuáles no tienen malos manejos financieros, se ve más como un capricho para desacreditar un esquema que inició con Felipe Calderón, presidente panista. A él sí lo ataca y lo exhibe en las conferencias de prensa. Igual que a Vicente Fox; pero a Peña Nieto no lo toca ni con el pétalo de un tuit. La descalificación a priori que hace de las criticas no es buena señal. El haber cancelado el Aeropuerto de la Ciudad de México sin hacer una investigación, antes, de las irregularidades, habla más de una venganza que rendición de cuentas. Descuida a los estados: Por ejemplo en Sonora están sin destino más de 20 proyectos que le servirían a la entidad. Los nombramientos de los delegados federales están repitiendo los mismos vicios que el pasado. Para muestra lo que ocurrió con Profepa, en Sonora. Como dijo René Delgado: Ni el infierno pronosticado ni el paraíso prometido se perfilan en el porvenir inmediato. Falta mucho por ver. Lo que sí es que necesitamos contrapesos saludables: Un Poder Judicial independiente. Un Poder Legislativo que lo cuestione y vigile. Una sociedad organizada. Una prensa libre y no perseguida.

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