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Proyecto Puente

El nivel de descomposición que vivimos en todos los ámbitos de la vida pública en México derivó de un cambio de Gobierno mediante el castigo del voto. Es necesario renovar la vida pública y moral del País. El discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en lo que se refiere al estigma social y la persecución política es una bocanada de aire y oxígeno puro. Alentador escuchar a un Presidente hablar así. Pero contrasta con otros estigmas que él promueve para bautizar y calificar a sus opositores o críticos. AMLO fue muy enfático con el caso de Guillermo Padrés: Respetó la decisión de los jueces. No se metió. Pero fue más allá: Declaró que su Gobierno no fabrica expedientes ni persigue enemigos políticos. Fue un mensaje contundente contra el Gobierno de Sonora y todos los gobiernos del País. Para el Estado fue un balde de agua fría por las formas en que llevó este y los demás casos en el combate a la corrupción del pasado. La mayoría los presidentes de México o gobernantes se han preocupado más en parecerse a Joseph Fouché, el francés genio tenebroso de la política, hacedor del sistema de espionaje y persecución. A Nicolás Maquiavelo, el diplomático italiano que con sus teorías y escuela política se cimientan las batallas maquiavélicas de los últimos cinco siglos. O siguen los ejemplos milenarios de Sun Tzu en el “Arte de la Guerra” para acabar y aplastar a los adversarios, o bien, estudian el método de Robert Greene sobre el manejo del poder. Se deberían de preocupar más por leer a David Owen en “En el Poder y la enfermedad” o a Vivian Green, “La locura del Poder”, para contrastar cómo el poder cambia a las personas y debe delimitarse. Ya lo dio entender el mismo Montesquieu hace más de cuatro siglos: Toda forma de poder debe vigilarse, autorregularse. El miso López Obrardor adolece de contrapesos políticos fuertes y eso, tampoco es sano. Pero el tema es su visión y concepción del poder con un enfoque espiritual, no religioso, ojo, que si se cumpliera al 100% puede ser una ruta de seguimiento para humanizar el poder. El viernes 15 de febrero que fue a visitar Badiraguato, la tierra del “Chapo” Guzmán, en Sinaloa, dijo frente a la gente que lo recibió con los brazos abiertos: “Que quede claro: Me dijeron que si por qué venía para acá, ¿no sabe que es la tierra de una persona que está siendo juzgada en Estados Unidos? A los pueblos no se les puede juzgar. No tienen por qué ser estigmatizados. Badiraguato es de gente buena, trabajadora. Además, ¿qué dice la Biblia? No hay que vivir juicios temerarios ¿Y qué otra también dice la sabiduría? Que no se puede hacer leña del árbol caído. Nosotros tenemos que buscar la reconciliación. Conseguir la paz. Que, como dije, es fruto de la justicia”, les dijo Andrés Manuel a la gente en la plaza pública al anunciar programas de empleo y educación. Una visita inédita en una tierra emblemática origen del narcotráfico. No se trata de manejar la fe para hacer Gobierno. Nuestra Constitución es muy clara al prohibir el culto y la religión en la política. Se derramó mucha sangre entre el periodo de la guerra cristera, impulsada por Plutarco Elías Calles, y antes en el periodo de la guerra de reforma que Benito Juárez dividió a la Iglesia del Estado. El origen de los fundadores del País era no separar a la Iglesia Católica del poder político. Eso se logró un siglo después de la independencia. Pero los valores espirituales, la verdad, justicia, compasión, amor, son universales y no tienen religión. Que una autoridad lo intente practicar es sumamente importante y se le reconoce. Pero lo debiera llevar a todos sus niveles. Tras finalizar la gira en Badiraguato López Obrador fue cuestionado por madres de familia que le pedían respuesta por el programa de estancias infantiles. Fue cortante y hasta irrespetuoso: “Ya, ya hablé del tema”, les dijo en un tono molesto. No las atendió. Siguió dando besos y abrazos. También estar llamando fifís, conservadores, a la prensa que lo critica, es un estigma que genera exclusión y linchamiento en redes sociales. George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos y fundador de la nación decía: “Es imposible gobernar correctamente al mundo sin Dios y sin la Biblia”. El juramento de cada Presidente de Estados Unidos, es bajo la Biblia. El origen de la Unión Americana es diferente a México: Su fundación fue por ingleses y franceses protestantes. Pero siempre espirituales. Le dieron un valor al ciudadano, las leyes, los gobiernos que dieron una nación exitosa hasta hoy.

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