En la lupa
A mí no me da miedo el cambio, la exploración de nuevos mecanismos y estrategias para buscar resultados distintos, no me da miedo la izquierda gobernando ni que se exploren ideas atrevidas y retadoras. No me asustan las transformaciones profundas ni las renovaciones de las estructuras tradicionales. Creo firmemente que México necesita una sacudida, que urge una renovación y especialmente la participación de la sociedad en la construcción de nuevos entendimientos con el Gobierno y entre nosotros mismos. No me dan miedo las consultas populares, he insistido desde hace años en la participación ciudadana y en la necesidad de pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, de que los gobiernos nos traten como adultos, que no nos oculten información, que sean transparentes y honestos en el tamaño de los retos a enfrentar y que juntos podamos co-crear soluciones. Hasta ahí, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tiene mi apoyo y lo que suele llamársele “el beneficio de la duda”. A lo que sí le temo es al fantasma de la regresión, a la posibilidad de retrocesos democráticos, a la ausencia de contrapesos y a la tentación de cambiar para seguir igual… o peor. Me desagrada la simulación y el triunfalismo. Si van a consultar, ¡consulten bien!, con las certezas que nos dan las normas, con preguntas bien diseñadas y no con absurdos engañabobos. ¿Qué hay que ajustar la ley?, discutámoslo, hagámoslo. Pero bien. Sí me da miedo que se opte por el desmantelamiento de las instituciones en lugar de su fortalecimiento. Me inquieta que se pueda caer en la tentación de Felipe Calderón, quien “porque no servía bien”, estuvo a punto de eliminar la Secretaría de la Función Pública sin proponer nada a cambio. Que conveniente era… para él. Me preocupa la posibilidad de que se claudique en el combate a la corrupción y que se asuma que, por la mera fuerza del ejemplo de un hombre, se logrará erradicar el cáncer nacional. Le temo a que ganen las ocurrencias por encima de procesos que llevan años construyéndose de forma participativa y que si no han dado los mejores resultados es precisamente por la resistencia y oposición de quienes toman las decisiones. De los mismos políticos de siempre. Así, me preocupa el destino del Sistema Nacional Anticorrupción, del INAI y del Sistema Nacional de Transparencia en su conjunto, de esas apuestas institucionales que han surgido desde la sociedad y que requieren de la voluntad política de los gobernantes para que se consoliden y se resuelvan sus no pocos retos. No estoy de acuerdo con perdonar a los corruptos. Coincido en que no es sano hacer de ese tema el centro de un ejercicio de Gobierno, pero ¿qué no el anhelo compartido es que la procuración de justicia no dependa del Ejecutivo precisamente para evitar su injerencia? En el país que deseamos construir que el Presidente perdone a los corruptos no debiese tener mayor relevancia, pues el sistema y sus instituciones de todas formas funcionarían sin su intervención; desafortunadamente, en el País en el que todavía vivimos ese perdón representa una injerencia indebida, es sinónimo de impunidad y de claudicar en la búsqueda de justicia. Preocupa además, la propuesta de la Guardia Nacional. No solamente por sus detalles técnicos y la rebuscada y fallida narrativa de quienes han intentado explicarla, sino por su significado: Después de proponer una y otra vez regresar al Ejército a los cuarteles, la decisión de hacer lo mismo “pero distinto” es decepcionante. #YoVotéporlaPaz es más que un hashtag, un sentido grito por parte de grupos de ciudadanos que tienen la autoridad moral para levantar la voz y reclamarle que votaron por él… pero no para perpetuar la militarización en nuestro País. Votaron por él precisamente porque ofrecía lo contrario. ¿Así de rápido se olvida? ¿Calderón y Peña no estaban equivocados entonces? ¿Esto quiere decir que es imposible apostarle a rescatar, capacitar y profesionalizar las corporaciones policiacas civiles? ¿Qué no era ese el camino en el que coincidíamos todos, excepto los priistas, hace apenas unas semanas? En La Lupa: Operación Zafiro ¿Dimensionaran acaso el tamaño del escándalo que se avecina en Sonora por el tema del posible desvío de recursos públicos para las campañas electorales? ¡Hasta la próxima!
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