Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / notamigracion

En la lupa

Al escribir esta columna enfrenté el dilema de hacer una valoración de los tres años de Gobierno de Claudia Pavlovich o de los tres años que restan y los retos que se avecinan. Intentaré ambas. Fuera del ruido de las campañas y de la tan variada interpretación de la información podemos decir que el Gobierno estatal enfrentó -en sus inicios- una tarea que les parecía sencilla: Distinguirse del Gobierno de Guillermo Padrés en honestidad y efectividad. La promesa de campaña de “100% honestidad” es una tarea que va más allá de las buenas intenciones y hacer de la anticorrupción el centro de la agenda pública fue, en mi opinión, un craso error, no nada más por las incontrolables expectativas sociales sino porque su cumplimiento involucra más acciones de fondo y una apuesta a fortalecer instituciones de control para que sean libres y eficaces. No se logró. La voluntad política no se sostiene si no es una convicción. Ciertamente han construido portales de Internet que buscan fortalecer la rendición de cuentas, algunos incluso premiados a nivel nacional, pero ello no garantiza un ético y honesto ejercicio del poder ni son un antídoto a la corrupción. En otras palabras, las acciones positivas en la materia se han visto opacadas por el actuar de los operadores políticos del Gobierno. En torno a los derechos económicos y sociales, la salud ha sido fuertemente cuestionada por deficiencias de cobertura y de disponibilidad de medicamentos. Acceso y calidad son problemas que no podrán ser equilibradas con la construcción de un nuevo hospital general en la capital del Estado. Las comunidades alejadas a las que se les viola sus derechos de forma recurrente, como fue documentado recientemente con el pueblo Seri, tienen en su historia testimonios de lo que sucede cuando la acción del Estado se vuelve minimalista y se vuelve conformista. En educación las noticias son más plausibles. Ha sido, desde mi opinión, una apuesta correcta con resultados dignos de reconocerse. Las mediciones nacionales han dejado constancia de ello. Sin embargo, otra historia es el gran fracaso del sexenio: La seguridad. Cajeme es testigo de la degradación de una sociedad secuestrada por el crimen organizado, de ciudadanos que no se acostumbran a la limitación de sus derechos por culpa de autoridades incompetentes e incapaces de contener el dominio pleno que tienen “los malos” de lo que algún día fue una de las mejores ciudades para vivir. Y mientras se culpan unos a otros en cada nivel de Gobierno, la responsabilidad frente a la sociedad no se diluye, sino que se multiplica. Cajeme rebasó a Nogales en violencia y de ello alguien, algún día, deberá rendir cuentas. Hermosillo, desafortunadamente, empezó hace poco a sufrir las consecuencias; sin embargo, hace ya tiempo es presa cotidiana de los delitos del fuero común, del robo a casa habitación, de asaltos y últimamente de secuestros. Ni se diga de un crónico problema de adicciones. Y esa realidad es más bien generalizada sin que se vea una política pública que de algún buen resultado. Los tres últimos Restan tres años. Tiempo suficiente -creo yo- para corregir rumbos y consolidar aciertos. El principal reto es a mi parecer la honestidad que debe tener, como principal cualidad, el ejercicio adecuado de Gobierno. El fin no justifica los medios y ante una nueva correlación de fuerzas políticas, tanto a nivel local como federal, se hace más que necesario el cambio de estilo de Gobierno y transitar hacia un régimen más democrático. Me parece que el actual Gobierno debe preocuparse por la sucesión adelantada, pues ya el relevo de Gobierno es parte de la agenda pública, por encima del actual. Síntoma de un vacío de poder y de la llegada de nuevas fuerzas y actores políticos. Considero a la gobernadora Pavlovich una persona capaz y bien intencionada que debe recuperar las riendas de la interlocución política y del ejercicio de su gobierno y evitar que los especialistas en penumbras políticas -con pretextos maniqueos- le estropeen su legado. Eso no se debe subrogar. Un manotazo en la mesa es insuficiente. Es necesaria la reconfiguración de buena parte de su gabinete y la definición de una estrategia que vea no a tres años, sino que trascienda lo finito de una administración. Se requiere visión de largo plazo. Hasta la próxima.

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí

Temas relacionados