Generación Touch
Si les preguntara si le tienen miedo a algo, seguro me contestan que sí. Todo mundo le tenemos miedo a algo, ya sea a un monstruo, la muerte, los fantasmas, o los perros. Sí. La última no es broma. La cinofobia, es decir, el miedo en extremo a los perros, sí existe en muchas personas. Aquí les va un ejemplo: Yo. Les tengo miedo desde hace mucho. Cuando tenía 1 año les puedo probar que no les tenía miedo, porque teníamos una perra. Lamentablemente ésta falleció en poco tiempo debido a que ya estaba vieja. Luego, cuando yo tenía 2 años, iba con mi familia al supermercado. El problema es que siempre pasábamos por una casa en donde había un perro que salía ladrando y me asustaba, así como cuando me llevaban caminando a la guardería. Tiempo después, a mi hermano se le ocurre tener un perro de Navidad y en ese momento pensé: “Esa es la peor idea que se le ha ocurrido”, aparte, me hacen muchas bromas con respecto al perro. Me lo acercan y por un condenado video que subí a YouTube, tuve que tocarlo. Pero hay otra cosa. No le tengo miedo, pero no es como que me guste hacerlo, ya que no estoy acostumbrado. Como se podrán imaginar, si han visto otras columnas, son los abrazos y el contacto físico. Me forzaron a hacerlo en una obra de Navidad de una manera demasiado temprana y sin contar las caras que casi llego a hacer en el estreno, pero justo en el momento en que pensé que estaba libre y que todo había terminado, a una de mis compañeras se le ocurre que, para el concurso de San Valentín de la escuela, que se hagan bailes con parejas, y luego aparte casi me llegan a forzar a bailar con una niña. Lo bueno es que como sabía que me sentiría incómodo, no aceptó, pero luego la cosa se pone peor. Casi me obligan a hacer de homosexual y luego casi con uno que me cae mal, y para acabarla, ponen un papel donde estaban las parejas y sin haber firmado un contrato. Afortunadamente, luego eso cambió y tuve que bailar, pero con alguien que me cae bien y dijo que no habría tanto contacto físico y que no estábamos bailando con gente odiosa. El problema es que como ella diseñó el baile, me usó de práctica antes de los ensayos, y cambiaron a que sólo cuatro parejas bailarían, y como ya más o menos me sabía el baile, lo tuve que hacer. Hora de hacer una comparación con Olé. Tenemos a dos toros (las amigas que lo organizaron) que bailan y a unos caballos (el que cae mal) que sólo critican, y por el odio a estos, el toro flaco y chaparro (adivinen) se les une y lo acaban haciendo bien. Aparte, mi pareja de baile me decía casi como el coronel Hathi “Cabeza arriba”. Lo hicimos bien, pero cuando vimos a otro grupo, sabíamos que no podíamos ganar. Por el lado positivo, quedamos en tercer lugar. En conclusión, si le tienes miedo a algo, debes de vencerlo. En mi video columna reventaré un globo con el zumo de cáscara de naranja.
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