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Notirrimas

Al leer este título tal vez usted se pregunte: ¿Que tendrán en común estos dos personajes históricos? ¿Si don Francisco Ignacio Madero nació en Parras, Coahuila, México en 1873 y John Cook en Inglaterra en 1608? Sin embargo hay dos cosas que para ambos fueron determinantes y que los identifican: La primera, la fecha de ayer el 16 de octubre ya que en 1911, don Francisco amaneció como el primer Presidente de México de la era revolucionaria (las primera elecciones libres del sigo XX fueron el día 15) y ese mismo día, pero del año de 1660 murió John. La segunda coincidencia es que ambos murieron en forma violenta, don Francisco siendo Presidente de México fue asesinado a balazos por esbirros de Victoriano Huerta y John fue ahorcado, arrastrado y descuartizado por las autoridades inglesas, ambos porque creyeron que “La justicia era justa” “Los dos pecaron de ilusos” Veamos por qué: Madero había triunfado con su revolución era lógico que al renunciar don Porfirio, el caudillo triunfante asumiera la Presidencia, pero don Pancho, congruente hasta la muerte, expresó que él tomaría la Presidencia sólo si era electo en un sufragio efectivo tal y como decía su lema y nombró como Presidente interino a Francisco León de la Barra, para que convocara a elecciones. El problema fue que León de la Barra también se dedicó a intrigar para lograr la división interna del maderismo hasta lograr el rompimiento entre Madero y Zapata y la traición de Huerta, su ministro de guerra, el cual por medio de un golpe de Estado lo apresó lo obligó a dimitir y después lo asesinó. En los escasos catorce meses de su Gobierno, siempre trató de aplicar correctamente la “justicia” para fortalecer las instituciones y respetar las libertades. Y así le fue como le fue. El jurista John Cook, fue el primer procurador general de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth of Nations) que lideró la persecución del rey Carlos 1 y gracias a él la ley humana invalidó a las leyes monárquicas que en ese entonces eran intocables. En respuesta a las continuas engañifas de las que hacía gala el monarca, logró llevarlo a juicio en 1649 y logró que el jurado declarara culpable a Carlos 1 y lo condenara a muerte. El verdugo le cortó la cabeza. Monarcas anteriores habían sido depuestos, pero nunca habían sido juzgados como reyes y por supuesto ninguno había sido decapitado. Años después en 1660, John fue acusado de ese regicidio y él, como defensa, sólo argumento: “Yo apliqué la ley” y de nada le valió. Ser estrictamente justo, le costó la vida. La justicia ¿será ciega? o se entregará a un postor Y un rico será el mejor y al pobre…¡siempre se niega!

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