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Notirrimas

No cabe ninguna duda que el papa Francisco ha revolucionado a todo el cristianismo. Su participación inicial en conciliar las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y la visita reciente a estos dos países para cimentar esa relación nos revelan a un personaje con una inteligencia, humildad, sabiduría y carisma fuera de serie. Sólo una persona con esas características es recibida en la escalinata del avión por la pareja presidencial y luego se presenta ante un Congreso de uno de los países más poderosos de la Tierra donde es escuchado con atención, respeto y empatía ¿Qué tiene este personaje mezcla de jesuita y franciscano que mueve conciencias y despierta inquietudes con respecto a la existencia de Dios, de la Fe y de todo lo que conlleva el cristianismo? Es obvio que el conocimiento que tiene el Papa sobre la filosofía es muy profundo y concediendo que la filosofía nos sirve para conocernos y que sólo el que se conoce a fondo, puede actuar y hablar con la seguridad con que Él lo hace. ¿Será un intelectual? Claro que sí porque un intelectual es alguien que piensa y habla orientado siempre por la idea del bien, de la verdad, de la libertad, de la justicia, de la equidad y además no habla sólo para sus amigos o correligionarios sino que se dirige a “todos” y vaya que sí habló el Papa el pasado jueves en el Congreso y después en las Naciones Unidas. Yo me pongo a pensar ¿cómo sería el ministerio del Papa cuando era sólo un sacerdote? Y me acuerdo lo que nos decía un amigo hace tiempo: “Nosotros los sacerdotes nos dedicamos a recordar a toda hora de que todos somos hijos de Dios. Esto parece ser una batalla perdida, una carrera de fondo. Nos limitamos a ir anotando pequeñas victorias. De vez en cuando se consigue una de las grandes pero son contadas las ocasiones. Vamos sembrando pequeñas semillas, con la esperanza de que parte de la simiente fructifique”. Y vaya que el Papa está sembrando un “titipuchal de semillas”. Por lo pronto a mí me hizo reflexionar cómo anda mi fe, pues creo que cuando las personas creen que es mejor dejar todo en manos de Dios, se vuelven prisioneras de su propia fe, pues se quedan esperando que la inteligencia infinita tome sus propias decisiones y dejan de confiar en su instinto pues creen que su instinto está separado de la inteligencia infinita. Pero no es así. Cuando debo de tomar una decisión es mejor combinar mi fe en Dios con mi fe en mí mismo y confiar que mis contratiempos no son castigos de Dios, sino experiencias de las que puedo aprender y emerger con más fuerza e inteligencia. ¡Recemos por Él y si no sabemos pues le desearemos sólo cosas buenas! Tal y como Él nos lo dijo apóstol de la humildad, carisma y sabiduría y que habla con la verdad sea de noche o sea de día.

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