Notirrimas
En el sentido literal de la palabra líder significa jefe, el que manda, el que se impone en un grupo y lo dirige gracias a que cuenta con cualidades especiales como su astucia, energía, carisma, pero ¿ese tipo de liderazgo será el que necesitamos en estos momentos? Yo preferiría un líder eficaz y eficiente de los que buscan rodearse de personas valiosas que le ayuden a mejorar sus puntos débiles y que perciben la vida como una serie de oportunidades y retos apasionantes. Lo cierto es que las personas se sienten atraídas a líderes cuyos valores son similares a los propios, por ejemplo la cantidad de jóvenes que se acercaron al presidente Kennedy después de su elección de 1960 pues vieron a un presidente idealista que quería cambiar al mundo y cuando formó el Cuerpo de Paz con el lema de “No pregunten que puede hacer el país por ustedes; pregunten que pueden hacer ustedes por su país” miles de jóvenes idealistas se ofrecieron como voluntarios como respuesta al reto. La atracción de los valores de un líder es muy fuerte y no importa que sean valores o antivalores como en el caso del liderazgo de Adolfo Hitler que fue un líder muy fuerte pero con unos valores negativos al extremo y era lógico que atrajera a personas similares como Boeing, fundador de la Gestapo, Goebbels, Heydrich de la Policía secreta Nazi que ordenó el holocausto de los ciudadanos judíos, todos eran líderes fuertes pero igualmente malvados. La ley de la atracción funcionó perfectamente. Un ejemplo en nuestra historia de dos liderazgos diferentes pero complementarios fueron los de Antonio López de Santa Anna y el de don Valentín Gómez Farías desde 1833 hasta 1847. Santa Anna fue un auténtico líder carismático, apodado el “Seductor de la Patria”, fue Presidente de México en 11 ocasiones diferentes pero en tiempo efectivo sólo completó 5 años 7 meses y 20 días. Don Valentín fue sólo vicepresidente pero ejerció la presidencia en 5 ocasiones diferentes. La ley de la atracción funcionó perfectamente en estos dos personajes a los que Guillermo Prieto con su filosa pluma los describió así: “Santa Anna y Farías ocupaban alternativamente el poder, como dos empresarios de compañías teatrales, el uno con su comitiva de soldados baladrones e ignorantes, tahúres y agiotistas desaliñados, y el otro con algunos eminentes liberales, pero con su cauda de masones, de patrioteros anárquicos y de gente de acción que era un hormiguero de demonios”. Ojalá que nuestro Gobierno estatal y municipal, encabezado por dos jóvenes políticos, se pueda rodear de personas afines a sus valores para el bien de toda la sociedad. Un líder que sea decente honesto, leal y sincero, lo seguirá mucha gente y en todo… ¡Será el primero!
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