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Notirrimas

El pasado 4 de julio escribí una columna sobre el centenario de la muerte del general Porfirio Díaz y al final expresaba que sus restos deberían regresarse a México; recibí ocho correos a favor y sólo dos en contra, pero el interés despertado y aumentado con el viaje de los 400 a Francia, lo volvió a poner de moda. Recordemos un poco nuestra historia. A don Porfirio se le conoce como el “Héroe del 2 de Abril”, porque desde el mes de marzo de 1867 sitiaba Puebla y el primero de abril tomó por asalto la ciudad y en la madrugada del 2, en una acción que se ha calificado de audaz y brillante, las huestes de Díaz atacaron el convento del Carmen, último reducto imperialista, con lo que Puebla cayó en manos del oaxaqueño. Don Porfirio se destacó desde 1862, por su heroísmo le fue otorgada una medalla con la leyenda: “Combatió con honor en las Cumbres de Acultzingo contra el ejército francés el 28 de abril de 1862” y en la batalla del 5 de mayo en Puebla cuando el general Zaragoza al mando de 3 mil hombres tuvo que enfrentarse al ejército francés formado por 5 mil hombres al mando de Lorencez, Zaragoza dividió a su gente en tres columnas una de ellas al mando de don Porfirio que en un movimiento de sorpresa, realizó sable en mano, una carga de caballería contra los zuavos y estos huyeron en desbandada, sufriendo una vergonzosa derrota. Don Porfirio fue tras ellos pero una orden del general Zaragoza lo detuvo. En esa época de su vida se le conoció como el “Soldado de la Patria”. La historia bien describe todos sus pasos como Presidente y como por no soltar el poder propició el movimiento revolucionario que lo obligó el 25 de mayo de 1911 a renunciar a la Presidencia y exiliarse a París, donde desembarcó el 20 de junio y un mes después, Porfirio Díaz fue escoltado por el general Gustave Leon Niox a la tumba de Napoleón Bonaparte; ahí el francés puso en sus manos la espada que el Gran Corso blandió en Austerlitz. Un reconocimiento de un soldado a otro soldado que los derrotó. ¡Honor a quien honor merece! Murió cuatro años después, sólo acompañado de su esposa Carmelita, su último deseo fue que sus restos se llevaran a Oaxaca, pero la realidad es que el México político olvidó al caudillo militar -héroe de la Intervención- y condenó al dictador al infierno cívico de la Patria. En el cementerio de Montparnase está su tumba muy visitada por mexicanos, me pregunto si ahora que fueron a París los 400 ¿Cuántos irían a visitar la tumba del “Soldado de la Patria”? ¿Aprovecharían para iniciar los trámites para repatriar sus restos a Oaxaca y cumplirle su último deseo al “Héroe del 2 de Abril”?... ¿sabe?... ¡Cómo dicen en Jécori! Olvidar al dictador y homenajear al soldado, sus huesos estarán mejor de sus paisanos…¡Al lado!

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