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Y sin embargo

¡Qué buen espectáculo! No me refiero a la pelea de Pacquiao-Mayweather, tampoco al de Natalia Lafourcade, ni al palenque. El mejor espectáculo es el de la lucha libre que se está dando en la campaña política. Como ciudadano espectador estoy encantado. Cada noche espero con emoción el siguiente capítulo de esta serie que tiene mucho suspenso, traición, persecuciones increíbles, hombres guapos y mujeres bellas y lo mejor es que todos se desnudan. Estamos frente al striptease de la clase política. Es nuestra ocasión única como ciudadanos para enterarnos de cómo se tejen los intereses y como se hacen los favores entre la clase política. Como se consiguen contratos millonarios, como se maneja información privilegiada, se consiguen moches y se evaden los impuestos, todo con transferencias netas de recursos públicos a los bolsillos privados. Cierren las puertas, señores. Estamos frente a un duelo de máscara contra cabellera. Grupos cupulares del PRI y el PAN se juegan su destino nacional en Sonora. El síndrome de Montiel Pero no hay que ilusionarnos demasiado. Terminada la pelea, nos regresamos a la normalidad. Al igual que en la lucha libre, aquí ni las patadas son verdaderas ni los golpes con sillas son a matar. Todo está fríamente calculado para tener un buen espectáculo y mejorar las entradas, pero nada que ver con la justicia. Aquí las declaraciones de honestidad y las denuncias por corrupción son de mentiritas; están calculadas para tener efectos mediáticos y electorales. Si acaso hay verdaderas denuncias, la PGR se va a tomar su tiempo, no hay prisa ya que sólo se trata de malversación de fondos públicos. Ahorita vemos las caras airadas y las acusaciones ríspidas y furiosas de actos de corrupción; se exige histriónicamente que se investigue y se actúe. Al final no pasa nada. Entre gitanos no se leen la mano y entre políticos la corrupción no existe, sólo existe la lucha por el hueso y la permanencia. ¡Lástima, mi querido ciudadano Margarito! Así de cerca estuviste de que se combatiera la corrupción y se metiera a la cárcel a un alto político, pero era falsa alarma. A fin de cuentas, a pesar de sus dimes y diretes, todos son gente decente que han hecho millones con su trabajo en el servicio público y su cultura del esfuerzo. ¡Lástima! Estamos frente al síndrome de Montiel. Por si lo han olvidado les recuerdo: Corría el año 2005 y se cocinaba dentro del PRI la candidatura a la Presidencia de la República. Los aspirantes eran dos gallos de primera: Madrazo y Montiel. Madrazo exhibió con lujo de detalles el enriquecimiento ilícito de Montiel y descalificó con eso a su contrincante (aunque luego perdió las elecciones del 2006). El efecto fue mediático y electoral, todos reconocieron que Montiel no podía ser candidato, pero ninguna institución actuó contra los actos de corrupción. A fin de cuentas, toda la riqueza de Montiel era “bien habida” en el ejercicio de puestos públicos y eso es algo que en el PRI, y ahora tampoco en el PAN, no se castiga. Al contrario, de eso se trata la política y para eso son los puestos públicos. Las cosas como son. Castigo o impunidad Si todo lo que se denuncia cada lado es cierto, como asegura cada uno y como sospechamos muchos ciudadanos; si el tráfico de influencias con traslados en avioneta, la malversación de fondos públicos con compras de aviones ejecutivos que se pagan solitos, los peculados con apoyos financieros millonarios que luego se mochan y “se ponen guapos” y las auditorías simuladas que resultan en millonarios descuentos de impuestos y pérdidas para el erario público; repito, si todo es cierto, como parece ser, debieran actuar ya, ex oficio de manera precautoria y arraigarlos para la averiguación previa, las contralorías, la secretaría de la función pública, las procuradurías de justicia y los jueces y no esperar a que sea el ciudadano el que tenga que escoger “al menos corrupto” en las urnas. Necesitamos que la justicia actúe rápida y furiosa. Pero si todo es falso como en la lucha libre y quieren que los ciudadanos les creamos que realmente están indignados por la corrupción del otro, pero las patadas son de mentiritas y a fin de cuentas las instituciones no van a actuar y no va a pasar nada, los ciudadanos debiéramos de castigarlos no votando por ellos. A fin de cuentas, una vez que estén en el poder, ni el PRI ni el PAN van a actuar contra el otro y van a tener muy buenos pretextos para no meter a la cárcel al contrincante. Cualquiera de los dos va a decir que ellos vienen a otra cosa y que eso le corresponde a otra instancia; no estará entre sus facultades ni entre sus intenciones castigar realmente la corrupción. Es más, lo único que buscan es quitar a los otros para ponerse ellos y hacer lo mismo. Las cosas como son ¿Qué no? ¡Aaay! Ahí viene otra patada voladora y más llaves quebradoras. ¡Púm, pás, mocos! El Santo, el Cavernario, Blue Demon y el Bulldog, métele la Wilson y el tirabuzón, quítale el candado, pícale los ojos, jálale los pelos, sácalo del ring.

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