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¿Qué tan seguro es Hermosillo?

Para responder esta pregunta, el pasado mes de agosto, hicimos un pequeño sondeo en lugares públicos de Hermosillo. Les preguntamos a 130 personas de ambos sexos, de edades de 18 hasta 79 años y de todos los rumbos de la ciudad. Aquí le presento sólo una parte de las respuestas y algunos comentarios personales sobre la política de seguridad pública. Seguridad y delitos De las personas a quienes se interrogó sobre cómo se sentían en Hermosillo, 44% dijo que se sienten seguras, otro 44% se sienten poco seguras y sólo un 12% afirmó que se sienten inseguras. Hay que aclarar que la sensación de inseguridad es ligeramente mayor entre las mujeres y entre los residentes de las colonias populares. Entre los motivos para la sensación de inseguridad están la venta clandestina de droga y alcohol, así como el vandalismo que se percibe en algunas colonias. Sobre este respecto, es vox populi que cada vez hay más droga circulando en la ciudad y eso tiende a incrementar los problemas de delitos comunes. Como en repetidas ocasiones las autoridades han demostrados lenidad, incompetencia, e incluso complicidad en la persecución del delito de venta de droga, a esta política le hace falta que le entre la sociedad civil y los grupos ciudadanos. Para que la política sea efectiva, es necesario que participe la sociedad civil. Si hubiera, por ejemplo, grupos de familiares de drogadictos dispuestos a vigilar y combatir esta actividad, otro gallo nos cantara. Por otra parte, hay que revisar la política en materia de expendios, de publicidad de cerveza y sobre todo, combatir el abuso de las bebidas alcohólicas. ¿Cómo hacerle para eliminar la publicidad, para que los expendios no sean tan accesibles y el consumo, sobre todo de las nuevas generaciones, sea moderado? Tengo la impresión de que muchas políticas de combate a la pobreza se estrellan con los problemas de alcoholismo. Con frecuencia la culpa de la pobreza se le achaca al Gobierno y al desempleo, pero ¿qué tanto será más bien del alcoholismo? Con respecto a los delitos, el 25% de los encuestados declaró que había sido víctima de algún delito durante el último año y un 9 % dijo que había sido víctima en dos o más ocasiones. Los delitos más frecuentes son robo y daño a la propiedad. Aunque falta comparar estas cifras con las de otras ciudades, esta cifra de víctimas recientes de delitos es alta. Un problema es que cuando este tipo de delincuentes comunes son aprehendidos no se les castiga ni rehabilita adecuadamente. Al contrario, hay elementos para pensar que al ingresar a la cárcel entran a una academia del crimen, se especializan y salen con diplomados y muchas relaciones para futuros negocios. Entre las tareas pendientes es estudiar la manera en cómo los delincuentes contribuyan a reparar el daño y que realicen trabajo comunitario. Por otra parte hay que estudiar la relación entre la comisión de delitos comunes y el desempleo. ¿Habrá una reducción de la comisión de delitos comunes ahora que está reduciéndose el desempleo? La cultura de la denuncia Algo importante es que al preguntárseles a los 33 afectados por el delito si presentaron la denuncia correspondiente, uno de cada tres comentó que no presentó ninguna denuncia. O sea que, de acuerdo a este sondeo, un tercio de los delitos no llega al conocimiento de las autoridades. Aunque algunos adujeron falta de tiempo, la principal razón para ello parece ser la falta de confianza en las autoridades. Esta cifra contrasta con la que declararon los funcionarios de la Procuraduría en el Congreso hace unos días. Ellos dicen que la proporción de delitos no denunciados es de sólo 10%. ¿Hay alguna base para esa proporción? En Estados Unidos, por otra parte, el número de emergencias, que es el mismo en todas partes, permite un pulso casi instantáneo de la ciudad. ¿Cómo pudiéramos hacerle para que las denuncias fueran más sencillas y expeditas? ¿No será necesario cambiar ese tedioso sistema de levantar largas actas llenas de formulismos que luego de archivarse se olvidan? ¿Qué tanto se investiga realmente más allá de las declaraciones? ¿Se ha profesionalizado la investigación del delito? Hace días cuando se habló de que había una oficina dedicada al espionaje, se aclaró que se trataba de una oficina dedicada al estudio de la delincuencia y la prevención del delito en el Estado. Se dijo que eran actividades “de inteligencia”. ¡Háganmela buena! Ojalá y efectivamente se estén dando pasos en la creación de las bases de datos de los delitos, de los delincuentes y de sus actividades y el estudio sistemático de éstas. ¿Iremos pronto a tener un Sherlock Holmes sonorense? Si quiere consultar la información completa del sondeo sobre seguridad pública que realizamos, la puede bajar de la página de Internet de El Colegio de Sonora www.colson.edu.mx. Entre ahí donde dice Estudios del desempeño municipal. Nicolás Pineda es investigador y analista político. Correo: npineda@colson.edu.mx

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