Fraude electoral
"Quienquiera que aunque sea una vez se haya notorio por el bajo fraude no logrará credibilidad aun cuando diga la verdad". Fedro Las elecciones del pasado 7 de noviembre no son las primeras en la historia de los Estados Unidos en que han habido acusaciones de irregularidades o incluso de fraude electoral. Estas acusaciones llegaron a ser muy fuertes en el siglo XIX. Pero, a pesar de la buena reputación que tiene en general el sistema electoral estadounidense, incluso en años recientes ha habido cuestionamientos serios a la limpieza y equidad en las elecciones de ese país. No hay que ir muy lejos. Apenas en 1997 un juez anuló el resultado de las elecciones municipales en Miami -sí, en el mismo estado de Florida que hoy ha sido el centro de las acusaciones de irregularidades- debido a que se encontraron claros indicios de fraude. En 1960, en los comicios que estrechamente ganó el candidato demócrata John F. Kennedy, hubo informes de fraude electoral en el estado de Illinois, y particularmente en la ciudad de Chicago, donde el entonces alcalde Richard Daley -padre de William Daley, actual coordinador de campaña de Al Gore- operó la maquinaría que le dio el triunfo a Kennedy. Sin embargo, quizá el caso más notable de fraude electoral en los Estados Unidos tuvo lugar en 1876 en la contienda entre el republicano Rutherford Hayes y el demócrata Samuel Tilden. La votación fue muy reñida y estuvo marcada por irregularidades de todo tipo. El demócrata Tilden tenía la mayoría del voto popular y reclamaba que se le dieran los votos electorales de Florida -sí, otra vez Florida- ya que todo indicaba que efectivamente había obtenido ahí la mayoría. Ante las amenazas de guerra civil se creó una Comisión Electoral compuesta de 15 miembros, ocho republicanos y siete demócratas. Independientemente de las pruebas disponibles, la Comisión votó con línea estrictamente partidista -ocho a siete en todos los casos- y Hayes quedó ratificado como presidente electo al parecer ilegítimamente. A lo largo de su periodo de gobierno, sin embargo, mucha gente le cambiaría en broma su primer nombre para llamarlo "Rutherfraude". Las anécdotas de otros fraudes electorales son bastante numerosas en la historia de los Estados Unidos. Lo curioso, sin embargo, es que este país logró construir a pesar de eso un sistema electoral de excelente reputación. Es verdad que sólo una tercera parte de los estadounidenses se molesta en votar en las elecciones de ese país, pero apenas hoy, por primera vez en más de un siglo, están surgiendo dudas serias sobre la limpieza de las elecciones estadounidenses. Una de las lecciones que habrá que derivar de la experiencia de esta elección es que el sistema electoral estadounidense debe modernizarse. Si George W. Bush es finalmente declarado vencedor de los comicios, lo será habiendo obtenido un menor número de votos de los ciudadanos estadounidenses que su rival Al Gore. El sistema en el que el presidente es electo no por el voto popular sino por los sufragios de 538 miembros de un colegio electoral podrá haber tenido sentido en el pasado pero hoy simplemente le resta transparencia a las elecciones de ese país. Será necesario también, sin duda, modificar las reglas de financiación que en la actualidad rigen las campañas electorales. El complejo sistema de donaciones privadas a los candidatos parece ya un anacronismo y se convierte de hecho en un mercado en el que los políticos con frecuencia venden sus favores al mejor postor. Habrá que examinar también otros aspectos del sistema electoral estadounidense, como las reglas electorales diseñadas para impedir la participación de partidos políticos que no sean los tradicionales y la falta de un sistema de representación proporcional, aunque sea limitado, que permita la representación de las minorías en el Congreso. En realidad uno de los factores que ha permitido que el sistema electoral estadounidense haya conservado su reputación de limpieza y equidad hasta ahora es la buena fe de los participantes. Recordemos que en la misma madrugada del 8 de noviembre el vicepresidente Gore estuvo dispuesto a conceder la elección a su rival George W. Bush sobre la base de unas proyecciones de las cadenas de televisión que después resultaron fallidas. Todavía entonces Gore señaló que, aun cuando el voto popular lo favoreciera, él estaría dispuesto a aceptar su derrota en caso de que así lo determinara el Colegio Electoral. La ley es la ley, señaló. Pero la buena voluntad no resuelve los problemas cuando éstos son generados por la falta de reglas claras. En este sentido los políticos estadounidenses harán bien en revisar a fondo su sistema electoral. El corto El Banco de México sigue aumentando el corto. El viernes lo subió de 310 a 350 millones de pesos diarios. Esto aumentará las tasas de interés -ya de por sí muy altas- en un intento por frenar el sobrecalentamiento de la economía. Pero sería más sencillo para lograr este propósito eliminar el déficit de presupuesto. Sergio Sarmiento Realizó estudios en la Universidad de Londres y se graduó con honores en Filosofía en la Universidad York de Toronto; colabora con diarios de Nueva York, Londres y París.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí