La voz del Papa
"Todos debemos hacer este viaje interior que tiene por objeto separarnos de lo que es contrario a la ley de Dios, para ponernos en disposición de encontrar plenamente a Cristo" Emilio Palafox Marqués El sueño que acaricia Juan Pablo II desde el inicio de su pontificado se hará realidad en la primera semana de la primavera del 2000. La peregrinación a Tierra Santa tendrá un ritmo agotador, será tiempo de oración intensa, y tendrá un fuerte contenido ecuménico y de diálogo interreligioso con judíos y musulmanes. Como es sabido, del 20 al 26 de marzo visitará Jordania, Palestina e Israel, siguiendo un itinerario que se inicia en el Monte Nebo y termina en el Monte Moriah, la explanada del antiguo templo de Jerusalén. Llega Juan Pablo II a Jordania el lunes 20 de marzo, donde será recibido por el rey Abdulah, para dirigirse al Monte Nebo, donde Moisés murió, tras haber vislumbrado la Tierra Prometida al otro lado del Río Jordán, que nunca llegaría a cruzar. Celebrará la Misa en el Estadio de la capital jordana, Amman. El programa prevé acudir el día siguiente a Wadi-Al Kharrar, lugar donde Jesús fue bautizado en las aguas del Jordán, por Juan El Precursor. El Papa sobrevolará y cruzará después el Jordán por vía aérea. La jornada palestina es el miércoles 22, con la celebración de la Misa en la explanada de Belén, cumpliendo así su propio sueño y el de Yasser Arafat, que ha encontrado en el Vaticano uno de los más tenaces defensores de los derechos de su pueblo. "¿Cómo no acercarme a Belén, donde Cristo vio la luz, donde los pastores y los Magos dieron voz a la adoración de toda la humanidad?", reflexionaba el Papa. Visitará un campo de refugiados palestinos en Deheisha, cerca de Belén, gesto elocuente para urgir la aplicación de los acuerdos de paz. Se espera que también ese día Juan Pablo II viaje a Jericó, aceptando la invitación de Arafat, por estar situada esta bíblica ciudad en el territorio de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). ¿Cómo no recordar ahora la parábola del buen samaritano que socorrió generosamente a un judío que yacía malherido al viajar de Jerusalén a Jericó? Igualmente vienen a la memoria, y se hacen oración, los encuentros de Jesús con el ciego Bartimeo a la entrada de Jericó y la conversión del rico publicano Zaqueo. Ya en territorio de Israel, Juan Pablo II será recibido por el presiente Ezer Weizman y el primer ministro Ehud Barak, quienes enviaron al Papa un saludo, en nombre "del Estado de Israel y todos los ciudadanos de todas las religiones". Se propone el Papa llegar a Nazaret, al Monte de las Bienaventuranzas y a la iglesia situada en el lugar donde ocurrió una de las dos multiplicaciones de los panes y los peces que narra el Evangelio. Visitará también la casa de San Pedro, en Cafarnaum, a la orilla Noroeste del Lago. "Muy intenso es mi deseo de ir ante todo a Nazaret, ciudad unida al momento mismo de la Encarnación, y tierra en la que Jesús creció 'en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres' (Lucas 2, 52). Aquí se oyó el saludo del çngel a María: 'Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo' (Lucas 1, 28). Aquí pronunció ella su 'fiat' ('hágase') al anuncio que la llamaba a ser madre del Salvador y, por obra del Espíritu Santo, seno acogedor para el Hijo de Dios". Así lo escribió hace unos meses Juan Pablo II. En Jerusalén -ha escrito también-, "si Dios quiere, tengo intención de sumirme en oración, llevando en el corazón a toda la Iglesia. Aquí contemplaré los lugares en los que Cristo ha dado su vida y la ha recuperado después de la Resurrección, haciéndose don de su Espíritu. Aquí quisiera gritar una vez más la inmensa y consoladora certeza de que 'tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna' (Juan 3, 16)". Juan Pablo II orará en Getsemaní, cuyos olivos son retoños vivientes de los que presenciaron la Oración del Señor en el Huerto. Visitará el Cenáculo, donde se instituyó la Eucaristía, y la Iglesia del Santo Sepulcro, lugar de la Resurrección de Jesús, un día de Pascua que perdura en la Tierra y se eterniza en el Cielo. Juan Pablo II visitará en Jerusalén el Muro de las Lamentaciones y la Mezquita de El Aqsa, en la explanada del antiguo templo, para saludar a los jefes religiosos judíos y musulmanes en la Ciudad de la Paz. Juan Pablo II -se ha comentado estos días- será no sólo peregrino de paz entre tres estados que han de convivir, sino también peregrino de amor entre las tres grandes religiones, judía, cristiana y musulmana. "Ir con espíritu de oración de un lugar a otro, de una a otra ciudad, en el espacio particularmente marcado por la intervención de Dios, no solamente nos ayuda a vivir nuestra vida como un camino -nos dice-, sino que nos presenta plásticamente la idea de un Dios que se nos ha anticipado y nos precede, que se ha puesto él mismo en camino por las sendas de los hombres, que no nos mira desde lo alto sino que se ha hecho nuestro compañero de viaje". Y Juan Pablo II nos invita a seguirlo en el camino de la peregrinación jubilar. Emilio Palafox Marqués Doctor en Ciencias por la Universidad Complutense de Madrid.
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