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Fanatismo de juventud

Por los años de 1960, siendo yo muy joven.

Ruben García Benavides

Por los años de 1960, siendo yo muy joven, y en referencia a la confrontación entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, cuando los barcos de guerra soviéticos se instalaron en frente de Cuba a fin de protegerla de un ataque del gobierno de Norte América, y que, naturalmente, la humanidad estuvo a punto de una tercera guerra mundial. El profesor Fernando Robledo me preguntó: Rubén: ¿qué opinas de esta situación entre la posibilidad de una guerra entre La Unión Soviética y los Estados Unidos? Yo le contesté: (fíjese el lector en el fanatismo ideológico de mi juventud) Maestro Robledo: “Para 1990 no habrá un país en la tierra que no sea comunista”. ¿Te das cuenta?

En aquellos años, la Unión Soviética iba en ascenso; un enorme porcentaje de la humanidad; intelectuales, sobre todo, eran afiliados o simpatizantes del socialismo soviético: Rusia envió al primer hombre a la Luna; en las olimpiadas mundiales los soviéticos por lo regular lograban las primeras medallas; el ballet ruso folklórico, extraordinario, varias ocasiones se presentó en diferentes ciudades de México; mostraban una belleza extraordinaria en sus actuaciones. Toda esta muestra. Todas estas muestras de progreso; de creciente, “muy “rápido” de la Unión Soviética no dejaba duda en nuestra juventud que los países del mundo con los años serían socialistas o comunistas. Esta idea es parte del maniqueísmo político. Maniqueísmo y creencia fundamentales se confunden con frecuencia. Me refiero a los católicos, por una parte; el catolicismo arraigado en México y por lo regular en el mundo occidental; Europa y América. El fanatismo político está cargado de creencias sinceras y a la vez las creencias religiosas se encuentran sin duda entre el fanatismo religioso y político. (Con todo respeto a los católicos; incluyendo mi familia y a todos los católicos mexicanos. Desde luego, (saliendo un tanto del tema), la guerra fratricida entre Irán e Israel es consecuencia fundamental del maniqueísmo religioso de Irán; sin duda. Irán bien podría haber permanecido al margen de la guerra entre Israel y la organización Hamás en Palestina, pero la realidad fue otra; habrá que esperar a las consecuencias de esta guerra innecesaria.

Regreso: por lo regular en las noches que no puedo dormir me dedico a ver por televisión documentales en extremo interesantes. El jueves reciente miré por YouTube un documental de la Cuba de hoy; fundamentalmente en referencia a la Habana actual. El dramatismo de la pobreza provoca tristeza, irremediablemente. Sé que la tristeza es una palabra que no se ajusta a esta miseria y que mejor aún se refiere a la tristeza familiar, pero este sentimiento se asocia, quiérase o no al ver la pobreza y de hecho la tragedia por la que están pasando los cubanos. Caminan por las calles de la Habana y en el trayecto; en el documental, mercaditos muy pobres de alimentos que las personas no pueden comprar, con frecuencia por encima de su salario; en el deambular edificios que fueron hoteles, abandonados o convertidos en basureros; algunos automóviles de los años sesenta; un gran esfuerzo y costo de mantenerlos funcionando y, ante todo esto, el discurso incendiario de aquellos años de Fidel Castro contra el capitalismo y los Estados Unidos o mejor aún contra el imperialismo; y las multitudes de aquella época aplaudiéndole efusivamente con pancartas y pañuelos de apoyo, mientras hoy la Habana y Cuba permanecen en la miseria. Finalmente, este fanatismo de multitudes me recuerda al fanatismo de miles de italianos a favor de Benito Mussolini.

*- El autor es Profesor Emérito, UABC, por la Facultad de Arquitectura. Creador Emérito, ICBC. Artista plástico.

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