No
Para que no se me vaya a desorientar, le aclaro que este artículo no va a tratar sobre la abreviatura de número.

Para que no se me vaya a desorientar, le aclaro que este artículo no va a tratar sobre la abreviatura de número, que además de Núm., también puede escribirse No. En cambio, sí voy a desglosar el “No” como adverbio que no solo sirve para negar. ¡Ya verá!
Pero no lo haré como asunto gramatical u ortográfico; sino de modo coloquial, con sentido lógico y por sano entendimiento entre las partes involucradas: El que emite el mensaje y el que lo recibe.
Cuando alguien acomete: “¿No es tu jefe, aquel panzón que va saliendo?” No lo está negando; sino advirtiendo. O, cuándo una mujer pregunta acerca de su vestido: “¿A poco no me queda increíble?” Lo único que no espera recibir es un demoledor no.
Desde siempre, no -como concepto clave- interactúa con la humanidad en pensamiento, palabra, actitud y obra. Después vinieron los otros adverbios de negación: Jamás, ni, nunca, tampoco… ¡Ni tampoco figuran tanto en la historia como monosílabo no!
Una vez que un niño aprende el significado de “no” (incluso siendo un pequeño bebé), ¡jamás lo olvida! Y, cuando algo no le guste o no lo quiera, seguirá manifestando corporal o verbalmente un inquebrantable no. Y, la verdad sea dicha: ¡Cuánto no se hubiera perdido habiendo dicho que no en tiempo y forma! Por otro lado, ¡cuánto le pesa un no a quién no espera recibirlo! ¿A poco no?
Con este adverbio se llegan a expresar ideas imperturbables, como: “¡Afirmo que NO!” O “¡No me vengas con tu NO de siempre!” O “¡No voy no porque no quiera; sino porque NO tengo con qué! ¡No friegues!
Cuando respondemos a lo que se nos pregunta con un decidido y enfático “NO”, éste cala más hondo conforme la medida emocional que apliquemos y difícilmente se olvidará en tanto lo digamos muy felices o muy enojados. Ello, ¡no importa!
Espero no haberlo abrumado, hasta crear lo que se conoce en la exposición del lenguaje como “saciedad semántica”, con tanto “no” como he repetido. Sobre todo porque cuando nuestro cerebro es literalmente atiborrado con la misma palabra, ésta va perdiendo sentido e interés. Pero, ¡no se me achicopale! ¡Ya solo me faltan unos cuántos noes!
LA PALABRA DE HOY: NO
Simple y sencillamente, no quiere decir: “ni uno”. Proviene del latín nihil que significa “nada” y nullus, “nadie, ninguno”. De ellas dos deriva la raíz indoeuropea en de donde surgen palabras como: necio, nefasto, nulo, nimio, nimiedad y muchas otras más.
Existen palabras con sentido negativo o desaprobatorio con la raíz latina _in, como inaudito, inicuo o inadmisible, en las que se da lo que se llama “grado cero ne”, en donde se pronuncia la “n”; pero siempre necesitará de una “a” o de una “i” como refuerzo para que figuren.
Ahora bien, como ya lo develé al principio, “un no” también sirve para afirma. Nadie me podrá decir que no es genial el epitafio inscrito en la tumba del hipocondríaco que dice: “¡No que no!”.
*- El autor es profesor de Redacción Creativa en Cetys Universidad.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí