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Literatura bajacaliforniana: un pasado por estudiar

En el cuarto número de la revista Travesía (UABC, 1986), publiqué mi primer acercamiento a la literatura.

Gabriel  Trujillo

En el cuarto número de la revista Travesía (UABC, 1986), publiqué mi primer acercamiento a la literatura bajacaliforniana, uno que desafiaba el discurso dominante negacionista a la Patricio Bayardo, el que aseguraba que no había obras literarias relevantes en la historia de nuestra entidad y que sus autores eran, a lo más, gente de buena voluntad sin talento apreciable. En mi texto aseguraba tres cuestiones que, a tantas décadas de distancia, sigo defendiendo:

1.- Son tres las épocas que conforman la historia de la literatura en Baja California: la época indígena, la misional y la contemporánea.

2.- La época contemporánea da inicio a mediados del siglo XIX, cuando nos convertimos en frontera con los Estados Unidos. Aquí da comienzo una literatura escrita por residentes nativos y foráneos que se asentaron en la parte norte peninsular. Para principios del siglo XX, con la aparición de escuelas y periódicos, se dieron a conocer crónicas, relatos, poemas y artículos de crítica literaria hechos por maestros normalistas, funcionarios públicos y periodistas con ambiciones literarias.

3.- Para mediados del siglo XX, la literatura fue “uno de los reflejos más fieles de la sociedad bajacaliforniana, de sus valores y creencias, unificado éstos por la confianza absoluta en la modernidad y en el progreso”.

En mi ensayo, por carecer del conocimiento sobre los autores de 1850 en adelante (como Manuel Clemente Rojo, María Amparo Ruiz de Burton, Juan B. Uribe, Héctor González, Ricardo Covarrubias, Enrique Pérez Rul, etcétera, etcétera), a lo más mencionaba a los periodistas de El Progresista, el semanario ensenadense que salió entre 1903 y 1904, así como a los transterrados españoles (Alfonso Vidal y Planas), como representantes de nuestras letras anteriores a la generación de la Californidad. En ese mismo número de Travesía, publiqué una entrevista que le hice a Sergio Gómez Montero, donde este crítico aseguraba que:

1.- “Pudiéramos hablar de manifestaciones literarias primeras en el caso de Baja California a partir de mediados del siglo XIX”, sobre todo en el puerto de Ensenada: “De 1850 a 1908 aproximadamente, en Ensenada, sí existen manifestaciones, textos, escritos específica y explícitamente literarios”

2.- A partir de 1920 a 1940, “en Baja California se comienza a dar el surgimiento de una serie de instituciones, fundamentalmente de carácter educativo, en donde sí se cultiva y se impulsa la literatura a nivel de estudio, a nivel de práctica. Y no es extraño encontrar escritores (cuya obra en este momento no quiero valorar) que sí manifiestan interés por lo literario. Lo que es evidente es que desde 1940 a la fecha, ya como constante, sí se manifiesta una literatura o la expresión literaria en Baja California”.

Tanto en mi ensayo como en la entrevista a Sergio están las claves del cambio de paradigma de los estudios de la literatura bajacaliforniana. O como lo dijera el propio Gómez Montero, estábamos descubriendo una literatura “que está vinculada, en la mayoría de los casos, con escritores que se incorporan en diferentes etapas de su vida a Baja California. Desde ese momento podemos hablar entonces de que en Baja California la literatura existe como manifestación concreta y definida”.

Sin embargo, ni Sergio ni yo sabíamos qué tantos autores y obras habrían de ser exhumados en los años por venir. Ahora, a cuarenta años de distancia, podemos señalarque esa tendencia, la de los escritores foráneos que se incorporan a nuestra entidad y la enriquecen con su obra literaria no es un fenómeno de 1940 en adelante, sino que es un proceso que se fue dando desde la segunda mitad del siglo XIX, primero en Ensenada y luego en Mexicali y Tijuana. Y allí están los ejemplos de Manuel Clemente Rojo, Pedro N. Ulloa, Adolfo Carrillo, Hernán Irigoyen, Solón Argüello, Héctor González, Adolfo WIlhelmy, Luis Vargas Piñera, Alfonso Tovar, Jorge A. Sánchez, Donaciano Alvarado, Melitón González, José Castanedo, Pedro García Mares, Mario Flores, Hernán de la Roca, Juan B. Hernández y tantos otros. En la actualidad, lo que hemos descubierto de la historia de la literatura bajacaliforniana es que ésta no es un relato a saltos, ni está representada por casos aislados. Por el contrario: nuestras letras muestran continuidad a partir de su base periodística y están conformadas por generaciones bien definidas de escritores de todos los géneros literarios: poetas, narradores, dramaturgos, cronistas, ensayistas. Entre todos hacen un corpus de obras que debemos estudiar. ¿Para qué? Para conocer nuestro pasado, para conocer los poemas, narraciones y ensayos que nos dieron identidad y destino.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua

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