Urge limpieza en la FESC
En la última década, en Baja California se ha generado un debate público sobre la efectividad y corrupción de la Policía Estatal Preventiva (PEP).

En la última década, en Baja California se ha generado un debate público sobre la efectividad y corrupción de la Policía Estatal Preventiva (PEP) - hoy Fuerza Estatal de Seguridad Ciudadana (FESC)-, lo que obligó a plantear la depuración profunda o hasta la desaparición de esta corporación.
Como parte de esta discusión se ha puesto sobre la mesa tanto los excesos como los logros de la FESC en sus cinco lustros de existencia.
La corrupción en las policías estatales hizo que el lopezobradorismo decidiera imponer a los encargados de las secretarías de Seguridad Pública, el problema es que el “antídoto” resultó peor que la enfermedad, pues desde la llegada de los militares al frente de esta corporación todo se enrareció (y eso que con Carlos Flores al frente en 2019-2021 era difícil tener un peor desempeño). La visión y políticas castrenses de Gilberto Landeros, Tizoc Aguilar y Laureano Carrillo han sido un fiasco, pues desconocen la entidad y su comportamiento criminal, aunque principalmente ignoran la estructura, funcionamiento y hasta las grillas al interior de la corporación que presenta un déficit de elementos, patrullas y equipamiento, al grado de ser la Policía estatal del país con menos agentes.
El problema central de la militarización de los mandos en la FESC es que parece que antes de arribar a Baja California la SEDENA y el Gobierno Federal les dan una carta de impunidad que pueden usar para cometer actos de corrupción y diversos delitos sin enfrentar la justicia local o federal, mucho menos ser sometidos a procesos administrativos sancionatorios.
Tienen una especie de gobierno autónomo, que por una parte son políticamente correctos al identificarse como parte de un gabinete y le rinden resultados (principalmente positivos) a la Gobernadora en las mesas de seguridad, pero por otra parte su estrategia es limitada a sus propios intereses y de la cúpula militar que representan.
El problema es que, así como pasó con el coronel Juan Manuel Corral Hernández, ex director de la Fuerza Estatal de Seguridad y mano derecha de Tizoc Aguilar, quien salió por la puerta de atrás al ser videograbado en uno de los muchos operativos y cateos ilegales en Mexicali, un año después lo mismo le sucedió al Teniente Coronel Jorge Enrique Medina de Jesús, coordinador operativo de la FESC y mano derecha de Laureano Carrillo, pues fue despedido por liderar operativos ilegales en Fraccionamientos exclusivos de la capital (MonteCarlo, Balboa y San Sebastián) y por obsesionarse con la labor periodista de un servidor al grado de ordenar un ataque sistemático para tumbar y eliminar mis redes sociales, además de ser señalado como el autor intelectual de mi atentado ocurrido el pasado26 de agosto en mi centro de trabajo.
Tanto Corral como Medina ordenaronoperativos ilegales a policías de la FESC,quienes al final son los que pagan las consecuencias por no tener esa “carta de impunidad” que sí tienen los mandos militares.Mientras estos soldados de élite ignorantesde la labor policíaca y de cómo dirigir unacorporación de seguridad civil salen de BCa otra entidad para continuar con su carreramilitar, mientras los agentes de la FESC queresiden en la entidad se quedan con procedimientos administrativos y proceso judicialesy hasta bajo la mira del crimen organizado.
REFLEXIÓN EN VOZ ALTA: Sin duda alguna, urge la limpieza de militares en la FESC,es el momento que los agentes estatales asuman el control de la corporación, pues hay muybuenos elementos con capacidad y aprecio a lainstitución. La población está cansada de losoperativos ilegales y de destinar recursos públicos a una corporación que ha perdido credibilidad por agentes externos. No más Corral niMedinas en BC. Ahora, más que nunca, en losmismos agentes estatales está el cambio.
*- El autor es periodista de Baja California.
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