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Una historia imposible de olvidar

De complexión delgada y estatura promedio, Stephen Miller exhibe una cabeza con forma ligeramente bulbosa.

Beatriz  Limón

De complexión delgada y estatura promedio, Stephen Miller exhibe una cabeza con forma ligeramente bulbosa, donde unas entradas prematuras acentúan la amplitud de su frente. A primera vista, podría pasar desapercibido: un hombre común, casi insignificante, que fácilmente podría confundirse con un burócrata más, carente de ambiciones. Sin embargo, bajo esa apariencia ordinaria se oculta un ferviente ideólogo supremacista, que ha conducido las políticas trumpistas al nivel más extremo de crueldad.

Si existe un arquitecto principal detrás de Donald Trump, ese es Miller. La crueldad de separar familias en la frontera, las redadas masivas alejadas de un estado de derecho, y los centros de detención donde se han documentado prácticas inhumanas y violentas, no surgieron por casualidad. Estas medidas se han forjado meticulosamente en la mente de este “hombrecito”, cuyo impacto ha dejado una marca dolorosa en la política migratoria estadounidense.

Cuando escucho sobre los abusos que se cometen en el Aligator Alcatraz en Florida, donde inmigrantes, personas como tú y como yo, son arrestados bajo condiciones deplorables, obligados a permanecer esposados día y noche en jaulas donde las luces nunca se apagan, alimentados con comida en mal estado y sometidos a golpizas, no puedo evitar sentir una profunda frustración ante la inacción paralizante del mundo.

No sorprende, entonces, que se haya erigido esta prisión, y que se planeen construir cinco más con características similares, cuando la crueldad parece haber sido una práctica habitual para Miller desde su juventud. Un video viral en redes sociales muestra a Miller, con apenas 17 años, proclamando que “la tortura es una celebración de la vida y la dignidad humana”. Cada quien puede sacar sus propias conclusiones.

Después de la victoria de Trump, sin duda Miller ha jugado un papel central. Es, de hecho, el orquestador detrás de varias órdenes ejecutivas que marcaron un giro radical en la política migratoria: desde la propuesta para eliminar la ciudadanía por nacimiento, hasta la designación de los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras.

Su influencia es comparable a la de Kristi Noem, la secretaria de Seguridad Nacional, y algunos aseguran que, en realidad, es Miller quien dirige el Departamento de Seguridad Nacional.

Su película de acción favorita es “Contacto sangriento”, protagonizada por Jean-Claude Van Damme, una elección nefasta, hasta que recuerdas que Trump en alguna ocasión calificó esa película como “increíble” y “fantástica”. Todo un lambe botas, otra característica más de este peculiar personaje.

Miller es considerado uno de los ideólogos más extremistas sobre inmigración y un político con rasgos fascistas. Llegó a publicar en su cuenta de red social X: “Llevamos años diciendo que esta es una lucha para salvar la civilización”.

Utilizando material de grupos de odio antiinmigrante, Miller ha empleado tácticas deliberadas de miedo para estigmatizar a la población inmigrante en Estados Unidos. Asegura que somos “asesinos, depredadores y violadores”. ¿Les suena familiar? Se los recuerdo: lo que el régimen nazi no logró a través de leyes y propaganda, lo impuso mediante el terror.

Una historia imposible de olvidar.

*- La autora es periodista inmigrante.

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