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Ninguna está a salvo en los cuarteles

De una docena de casos revisados, en el marco de la investigación, se encuentra que una “práctica común”, de los jefes militares es sacar a las mujeres militares de sus labores habituales, para que los acompañen en sus actividades o recorridos.

Rubén Aguilar

La periodista Zorayda Guadalupe Gallegos Valle, (Sonora, 1985), publica “Ninguna está a salvo en los cuarteles” (El Universal, 10.06.25), que es la segunda entrega de la investigación que ha realizado sobe el acoso y la violencia sexual que sufren las mujeres militares de parte de sus superiores.

En la Fiscalía Militar, el órgano Interno de Control (OIC), y en la oficina de Atención al Hostigamiento y Abuso Sexual de la Defensa Nacional entre 2013 y 2024, se presentaron 525 denuncias. En la última de estas dependencias había denuncias contra 37 generales, 120 jefes de diverso rango. La periodista pudo constatar que la gran mayoría de los casos quedó en la impunidad y en algunos otros las sanciones fueron absurdas.

Ella, a partir de la revisión de medio centenar de quejas, de una veintena de denuncias penales y entrevistas con más de una docena de víctimas, sostiene que la información recabada deja al descubierto “un panorama poco conocido sobre la violencia machista que viven las mujeres miliares y permite mostrar los niveles de agresión a los que están expuestas en las instalaciones a cargo de la Secretaría de la Defensa (Sedena)”.

La periodista, becaria de la Universidad Complutense de Madrid, España, enumera un sinnúmero de casos de machismo, acoso y agresión sexual como que se les toman fotos de sus glúteos, las arrinconan en lugares sin cámaras para besarlas, les pegan nalgadas, las espían cuando se bañan, ingresan a sus cuartos, cuando están dormidas, para tocarlas, e incluso hay denuncias de que las han drogado, para abusar de ellas y violarlas.

De una docena de casos revisados, en el marco de la investigación, se encuentra que una “práctica común”, de los jefes militares es sacar a las mujeres militares de sus labores habituales, para que los acompañen en sus actividades o recorridos y también obligarlas a que realicen labores de limpieza, cumplan sus caprichos y asistan a fiestas privadas. Las llaman “damas de compañía”.

Gallegos Valle, Premio a la Excelencia Periodística, Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), recoge de las víctimas que no denuncian su situación porque, dice una de ellas, “no va a pasar nada. Los mandos se creen dioses, saben que son intocables, tienen mucho poder y eso hace que crean que lo pueden tener todo”. Es común, ante esta situación, que las mujeres militares terminen pidiendo su baja, “porque el sistema abusivo jamás cambiará”.

La periodista termina esta segunda entrega, como lo hizo con la primera: “Se buscó a la Sedena para conocer su postura institucional ante las denuncias documentadas en esta investigación y también se buscó la contraparte de los militares mencionados a través de comunicación social, pero no hubo respuesta”. Y nunca la habrá. La estrategia de comunicación que caracteriza a la Sedena es la opacidad.

@RubenAguilar

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