Agorzomado
Hoy amanecí así: agorzomado‚ de capa caída y medio tristón.

Hoy amanecí así: agorzomado‚ de capa caída y medio tristón. Mi pesar surge porque muchísimos adolescentes han hecho de la palabra güey una muletilla muy socorrida en su forma de hablar‚ que -convertida en adjetivo- intercalan un sinnúmero de veces dentro de un vocabulario tan deslucido como reducido...
Le cuento que hace ya casi ochenta artículos escribí acerca de este tema y vuelvo a la carga con la idea de que mis lectores conocen a varios jóvenes que dicen güey para todo; quizá sean miembros de su familia e hijos de sus amigos. Por ello‚ pienso que tal vez quieran apoyarme en lo que les voy a proponer...
Tengo plena convicción de que haré muy bien si empiezo una muy necesaria campaña “pro-lectura entre la juventud” y -para entrar en sus dominios (sin abusar del término)- en forma estratégica yo les invitaré diciéndoles: “Te gustará‚ güey”.
Confesaré que no cuento con un estudio estadístico realizado por una institución acreditada que me señale con precisión cuánto leen los adolescentes y mi apreciación solo se basa en la forma como escucho que hablan muchos de ellos. Lo estimo “al ojo por ciento”
Pasando de los diez y hasta los dieciocho años se desarrolla la adolescencia y lo mismo en pláticas de hombres con hombres‚ mujeres con mujeres y mixtas‚ el vocablo güey figura de sobra. No los utilizan todos; ¡pero sí muchísimos!
Hace poco escuché esta plática: “¿Hola‚ güey? / Nada güey / ¿Y tú güey? / Acá‚ güey.
De nueve palabras casi la mitad fueron güey.
Iniciaré la campaña: “A leer se ha dicho” que será de literatura sobre cualquier otro tipo de lectura; porque -además de ser entretenida- es la que mayor vocabulario aporta. Si un joven leyera seis novelas al año cosecharía un surtido vocabulario y‚ aunque siga diciendo güey para identificarse en forma gregaria; créame que lo repetiría mucho menos y -lo mejor de todo- lo intercalaría habiendo dicho un número mucho mayor de palabras distintas‚ dándole mayor contenido‚ expresividad y riqueza a su forma de conversar; superando su limitación “de solo hablar por hablar”.
La literatura‚ aparte de vocabulario‚ brinda conocimientos sobre épocas‚ lugares‚ personajes‚ formas de pensar‚ realidades y ficciones. Desarrolla las inteligencias emocional e intelectual; creativa‚ racional y verbal. Reduce la ansiedad‚ los nervios y el estrés. En pocas palabras‚ la lectura de literatura en “antiagorzonamiento”.
LA PALABRA DE HOY: AGORZOMADO
Aunque proviene del verbo agorzomar que significa acosar‚ hostigar o fatigar a alguien; en el Diccionario de Mejicanismos (1959) de Francisco Javier Santamaría‚ agorzomado aparece como: “Adjetivo mejicano para calificar al que esté abatido‚ decaído‚ melancólico‚ triste por aburrimiento‚ cansancio o molestia”. Mas luego se extendió como americanismo para calificar comoadjetivo al que está agorzomado en cuerpo y alma...
Remato diciendo que -para mí- leer y escribir a diario es una magnífica terapia que hago -más que por obligación- por gusto con muy buenos resultados. Por ejemplo, al escribir estas líneas se me quitó por completo lo agorzomado.
*- El autor es profesor de Redacción Creativa en Cetys Universidad.
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