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La corrupción

Una de las conductas que más determina el estado anímico negativo de los ciudadanos.

José Roberto  Vázquez

Por el derecho a la libertad de expresión

Una de las conductas que más determina el estado anímico negativo de los ciudadanos, es el nivel de corrupción que percibimos. Sobre todo, porque cada uno de los actos de ilegalidad que se cometen diariamente en las ciudades, implica que los funcionarios involucrados van a percibir ingresos ilícitos extras, a sus salarios regulares. Los que inmediátamente notamos lo ilegal, somos los vecinos de esos funcionarios. El ejemplo más claro y cotidiano son los policías, y se vuelven notorios cuando hacen arreglos constantes a sus propiedades, tienen varios automóviles, gastan en fiestas en las cuales hacen mucho ruido, y alardean de muy buenos ingresos. Siendo el ejemplo más burdo, es también el que de inmediato se refleja, porque los organismos policíacos, aunque están sujetos a las leyes, ellos ejercen su propio código y desobedecen o retan a las leyes. En un momento de supremacía, se convierten en los poderosos que pueden violar, cualquier ordenamiento legal que nos regula.

Sin embargo, la situación de abuso del poder y de la sustracción (¿robo?) de los recursos financieros de las arcas municipales, sucede en todas las administraciones municipales. Con el fin de poder ejercer alguna presión contra quienes trabajan en la función pública, se creó el Sistema Estatal Anticorrupción, cuyas funciones serían, fundamentalmente, detener el incremento constante de la corrupción. Sin embargo, hasta ahora, sus integrantes se han dedicado, más que nada, a no rendir resultados sin que haya habido alguna consecuencia.

Dejemos el caso de que no tuvieran ninguna queja sobre actos de corrupción en el estado, podrían al menos intentar encontrar evidencias de malos manejos en las finanzas, actos ilegales en la aplicación del marco jurídico municipal y estatal, buscar evidencias de enriquecimiento ilícito y otros actos ilegales de los funcionarios, o seguir indicios de malas conductas. Pero nada sucede al interior de este organismo. Pareciera que se hizo una ley sobre hechos delictivos inexistentes. La realidad es que quienes integran el Sistema Anticorrupción, cobran excelentes salarios por no hacer nada. Pero, además, actúan con un cinismo exagerado cuando de hacer declaraciones se trata. El 9 de abril del 2024, informaron que había bajado la tasa de percepción ciudadana de la corrupción en Baja California. Que, en la Encuesta Nacional de Calidad Impacto Gubernamental del INEGI, el índice de corrupción, para nuestro estado había bajado, en trámites de ventanilla, del 29.3% en el 2021, al 24.5% en el 2023. ¿Por qué no dan datos de lo que pasa en las secretarías del estado o en las de los municipios, que es donde se manejan recursos financieros millonarios? ¿Por qué no informan del seguimiento del enriquecimiento ilícito de los funcionarios electos y de los nominados?

El Sistema Anticorrupción tiene problemas de origen que lo convierten en sujeto a una investigación exhaustiva, donde se investigue a sus integrantes y se deslinden responsabilidades, por no efectuar sus tareas obligadas. Por ejemplo, el encargado del despacho, Contador Público, Francisco Javier Rebelín Ibarra, fue el Tesorero Municipal de Javier Ignacio Urbalejo Cinco, al que se le promovió un Juicio Político por varios delitos, de los cuales obviamente estuvo enterado, pues él manejaba los recursos financieros. Su designación fue ilegal pues afirmó que no pertenecía a ningún partido político, cuando toda su vida ha sido miembro el PRI. Al parecer también existe una denuncia penal ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California, en el año 2014, donde es acusado con otras personas por los delitos de fraude, abuso de autoridad, coalición de servidores públicos, negociaciones ilícitas, desvío de más de 4 millones de pesos, (Averiguación Previa 17/06/2018) según nota publicada por el semanario Zeta, el 25 de junio del 2018. Pero Rebelín Ibarra cobra $51, 033.01 por no hacer nada contra la corrupción. Salario mal habido. Vale.

*- El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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