México y la Encrucijada de los insumos: La proveeduría Local como Respuesta Estrategíca
La reconfiguración comercial impulsada por las políticas del presidente Trump en 2025.

La reconfiguración comercial impulsada por las políticas del presidente Trump en 2025 —que buscan restringir insumos chinos en las cadenas exportadoras— no es solo un desafío para México: es la oportunidad más clara en décadas para transformar nuestro modelo industrial. Hoy, el 40% del contenido de nuestras exportaciones depende de Asia, según datos del INEGI, lo que nos coloca en una posición de vulnerabilidad crítica ante el nuevo escenario. Con $78 mil millones de dólares en insumos chinos utilizados por la industria mexicana bajo amenaza arancelaria (Banxico, 2024), la urgencia de desarrollar proveedores locales se ha convertido en una cuestión de supervivencia económica.
Esta coyuntura obliga a replantear nuestra inserción global. Sectores como la electrónica y la automotriz eléctrica enfrentan restricciones ineludibles: el CHIPS Act exige 65% de contenido regional para semiconductores hacia 2027, mientras el T-MEC eleva al 75% el requisito para vehículos eléctricos. Sin embargo, México apenas produce el 30% de los componentes estratégicos que ensambla, como baterías o motores. La brecha es evidente: solo el 22% de los proveedores automotrices son empresas nacionales de primer nivel, según la AMIA.
El reto no es menor. La infraestructura logística muestra deficiencias preocupantes: el 60% de los parques industriales carece de conectividad ferroviaria eficiente, y apenas el 15% de las PYMES manufactureras tienen capacidad para integrarse a cadenas globales. Pero existen soluciones concretas. La creación de clústers tecnológicos vinculados a universidades —como el modelo CETYS-Applied Materials en Mexicali o la propia UABC pueden acelerar la transferencia de conocimiento; los fondos de garantía focalizados, como los implementados por Nacional Financiera en Sonora, permitirían capitalizar a proveedores locales; y el desarrollo de corredores industriales con puertos secos —como el proyecto en Guanajuato— reduciría los cuellos de botella en distribución.
La geopolítica refuerza esta ventana de oportunidad. El friendshoring ya es una tendencia estructural: el 65% de las empresas estadounidenses planean diversificar proveedores asiáticos hacia América en los próximos cinco años, según análisis de Bain Capital. México captó $42 mil millones en IED industrial en 2024 —un incremento del 38% frente a 2023—, pero el 70% se destinó a ampliación de plantas existentes, no a nueva proveeduría. Para convertirnos en arquitectos industriales y no meros ensambladores, necesitamos políticas agresivas: alianzas con socios del Pacífico para transferencia tecnológica, reformas educativas enfocadas en ingeniería de materiales y logística 4.0, y una simplificación arancelaria para maquinaria de precisión no producida localmente.
Ante las restricciones a insumos chinos, México tiene ante sí una disyuntiva histórica: construir soberanía productiva o perpetuar la dependencia. Las empresas globales ya buscan alternativas; si no desarrollamos urgentemente una red de proveedores nacionales competitivos, perderemos la ola de relocalización industrial que redefine el comercio continental. Esta no es una crisis: es el catalizador que puede convertirnos en el corazón manufacturero de América del Norte. El momento exige audacia —y sobre todo— acción coordinada entre industria, gobierno y academia.
*- El autor es Presidente de Index Mexicali.
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