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Los niños de hoy

En el marco del Día del Niño recién celebrado, hablaremos de estos tesoros que tenemos en casa.

Anita B.  de Ochoa

En el marco del Día del Niño recién celebrado, hablaremos de estos tesoros que tenemos en casa y riesgos a los que hoy los enfrentamos.

La etapa infantil es una de las más bellas que vivimos, pero al ser diferente el mundo, los niños han cambiado; lo que nosotros jugábamos, muchos niños ni lo conocen los suplieron los juegos digitales, con anuencia y beneplácito de sus padres que prefieren que sus hijos estén ocupados para que no los molesten, sin percatarse del peligro al que los exponen además del acoso y manipulación.

La tecnología llegó para quedarse y tiene su lado positivo, aunque también serios riesgos para los niños. Uno de ellos es la adicción. ¿Has notado a tus hijos como hipnotizados frente a pantallas incapaces de desconectar? ¿Te has preguntado cómo eso puede afectar su cerebro y su futuro? Las consecuencias son más graves de lo que imaginamos. La Dra. Marian Rojas, psiquiatra y especialista en este tema nos advierte:

“El cerebro de los niños en cuanto nacen, absorbe todo a su alrededor, es como una esponja que se va moldeando en función de los estímulos que recibe. Desde meses de nacido, los colores brillantes y movimientos rápidos que provienen de los dispositivos electrónicos capturan su atención y activan su cerebro de forma intensa, logrando se enganchen a las pantallas más rápido de lo que pensamos. Esta sobre estimulación afecta a una parte clave del cerebro: la corteza pre frontal, área encargada de la atención, concentración, control de impulsos y toma de decisiones, inmaduras en niños pequeños, pero que se desarrollarán con el tiempo. Las pantallas con sus luces, sonidos y movimientos, activan artificialmente esta parte del cerebro, haciéndolos depender de estos estímulos para mantenerse atentos. Cuando un niño pequeño está expuesto a las pantallas, su cerebro se acostumbra a recibir gratificaciones inmediatas. Los sonidos que recompensan al pasar de nivel en un video juego o colores brillantes que aparecen en dibujos animados, generan pequeñas descargas de dopamina, la hormona del placer. Esta hormona, presente también en sustancias altamente adictivas, genera un ciclo de gratificación inmediata que el niño experimenta; pero cuando desaparece el estímulo, el cerebro da un bajón y necesita más. De ahí la dependencia y búsqueda de nuevos estímulos para sentirse bien.

Normalmente el cerebro se moldea poco a poco, aprendiendo a manejar la frustración, saber esperar y luchar por lo que se quiere. El peligro está cuando se moldea de forma NO natural, siendo uno de los problemas más evidentes la falta de concentración. Al acostumbrarse el niño a recibir estímulos y gratificaciones inmediatas, es casi imposible concentrarse en una tarea que no le ofrezca esa recompensa inmediata. Esto se ve cada vez más en las aulas. Los profesores reportan niños con más dificultades para mantenerse enfocados en una lección al esperar su cerebro la próxima recompensa. Esto afecta su rendimiento académico y su capacidad para aprender de manera sostenida. Es decir, las pantallas no solo distraen a nuestros hijos, cambian la forma de su desarrollo cerebral. Si no intervenimos ahora, tendremos una generación que no sabe cómo lidiar con dificultades de la vida real, al haber crecido en un mundo, donde todo está a un clic de distancia.”

Padres que aman a sus hijos: Infórmense, pónganles límites, no permitan que por su indiferencia, resulten afectados.

¡Mujer mexicana forja tu Patria!

*- La autora es consejera familiar.

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