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Defendamos la alegría como una trinchera

Defender la alegría como una trinchera.

Beatriz  Limón

“Defender la alegría como una trinchera / defenderla del escándalo y la rutina / de la miseria y los miserables / de las ausencias transitorias / y las definitivas” es un fragmento del poema “Defensa de la alegría” del escritor uruguayo Mario Benedetti.

Esa debe de ser nuestra bandera. La de los inmigrantes, hijos de inmigrantes y generaciones de hijos de inmigrantes en Estados Unidos. Pese al dolor que estamos viviendo de este lado del desierto. Pese a que nuestra gente está siendo perseguida, víctima de ataques crueles e indiscriminados del otro lado del río. No debemos bajar la cabeza y perder la alegría.

Debemos de defenderla a toda costa. Mientras tenga voz, no dejaré que el sufrimiento que aquí se esconde silencie nuestra alegría por el miedo. No dejaré de pregonar la libertad que nos merecemos, los espacios que hemos ganado, los cimientos que aquí hemos edificado.

En palabras del poeta Benedetti, defender la alegría es también una forma de resistencia. No se trata solo de una emoción pasajera, sino de una trinchera desde la cual se enfrentan la miseria y los miserables. Es un acto de rebeldía frente a las desigualdades y las injusticias que estamos viviendo bajo los ataques de Donald Trump. En este tiempo, donde nuestras libertades se ven amenazadas, aferrarse a la alegría —como símbolo de dignidad, memoria y esperanza— se convierte en una declaración política.

A los estudiantes de este país les digo, no pierdan su sonrisa, no dejen de elevar sus voces, de defender sus culturas. No olviden que las terribles dictaduras, los gobiernos depredadores, los líderes sin corazón, empiezan sofocando los ideales, silenciando a los pensadores, denostando la diversidad.

Figuras como Trump no tendrían peso si no existieran quienes comparten sus ideales, y eso es lo verdaderamente inquietante. Asusta. Pero nosotros también somos muchos, miles, millones que pensamos diferente, y estamos aquí, y hemos ganado un espacio en este país. No tengamos miedo de pertenecer.

¡Cuidado! porque cuando el miedo se instala, paraliza, incluso estructuras tradicionalmente autónomas, como las instituciones educativas en Estados Unidos. No olviden el manual del tirano: silenciar a las nuevas generaciones, aplastar ideales, borrar ideologías, enterrar culturas y amenazar a las familias. Por ahí se empieza, por el adoctrinamiento y el miedo.

Entiendo que han sido meses de resistir a directrices federales que han puesto en la mira los recursos destinados a las universidades públicas, a nuestras escuelas: recortes a las subvenciones para la investigación y ataques directos a iniciativas de diversidad, equidad e inclusión. Las universidades de Arizona y de Estados Unidos se enfrentan a congelamientos de fondos impulsados por Trump, que amenazan con desmantelar principios fundamentales de la educación superior y socavar el libre pensamiento.

Ante esta realidad, es crucial levantar la mirada, mantener el pensamiento crítico y seguir cuestionando el poder. La lucha por una sociedad más justa no puede desvincularse de la formación de jóvenes con conciencia social y política. Pero, por encima de todo, deben defender su alegría como un acto de dignidad.

“Defender la alegría como una certeza / defenderla del óxido y la roña / de la famosa pátina del tiempo / del relente y del oportunismo / de los proxenetas de la risa”.

* Soy solo una periodista inmigrante

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