La razón de la sin razón
Hay un cuento que descubre, hasta qué punto hemos cambiado la capacidad de razonar, por la emoción del momento.
Hay un cuento que descubre, hasta qué punto hemos cambiado la capacidad de razonar, por la emoción del momento.
Un zorro se levanta una mañana y se va al Registro Civil a cambiarse por gallina, porque afirma, se autopercibe gallina. El funcionario no puede dudar de la palabra del zorro, así que, sin ningún tipo de pregunta lo registra como gallina. Una vez que el zorro es legalmente gallina, va a un gallinero y exige al portero que lo deje entrar, pues aunque sea un zorro, tenga aspecto de zorro, y le guste comer gallinas, ahora, por ley, es una gallina y si no respeta su “derecho”, negándole la entrada al gallinero, lo denunciará por delitos de odio. Éste entonces para cumplir con la ley y que en el gallinero haya “igualdad” real y efectiva, según determina la misma, lo deja entrar. Las gallinas tampoco pueden protestar, no deben ser “intolerantes”, porque aunque ellas vean un zorro, ahora, porque lo dice un papel oficial sin más acreditación que el autopercibimiento, es una gallina más del gallinero, por lo cual, prohibidos los cacareos de protesta. La mañana siguiente hay muchas plumas y mucho menos gallinas, pero…., se está cumpliendo la ley.
Este cuento, refleja el grado de idiotez a la que nuestro mundo ha llegado. Si lo que vale es como me SIENTO, al margen de lo que SOY, entonces la ciencia pasó a ser ciencia ficción, la razón perdió la racionalidad y la emoción pasó a definir lo que es la realidad. ¿Cómo es posible que un sentir, una idea valga más que todas las ciencias? Es decir, si alguien se percibe pájaro, el estado en lugar de llevarlo a un centro psiquiátrico, exige a los ciudadanos que le den alpiste. Legislar en base a emociones es como el niño que quiere ser pirata, y para complacerlo, los padres le sacaran un ojo, le cortan una pierna para ponerle una de palo, algo absurdo, fuera de cualquier razonamiento.
Esto mismo pasa con los diputados de Morena, al aprobar sin ningún escrúpulo la ley de las infancias trans, para que los niños, a partir de los 6 años decidan si quieren seguir siendo o no, niño o niña. Lo hacen porque saben que en los niños lo que domina son las emociones, no la razón, siendo por ello fácilmente manipulables. Cuando sabiendo esto, y las consecuencias tan graves para la vida de los niños, por conservar un cargo y el dinero que representa, se acobardan ante la verdad que juraron defender, están prostituyéndose en su cargo. No escucharon a los padres de familia, no les importó que su imagen se ventilara públicamente como traidores de su pueblo. Olvidan que, el cargo y el dinero son efímeros, se acaban. Las consecuencias de su maldad y reputación ante su familia y la sociedad la llevarán toda su vida.
Lo mismo va para la gobernadora Marina del Pilar, a quien muchos padres de familia tanto fuera de su casa, como en sus oficinas fuimos a solicitarle audiencia, para que parara esta ley en bien de los niños, por ser ella la única que podía hacerlo, y lejos de escucharnos, respondió publicando la ley, dejando a miles de niños en completa indefensión.
¡Qué lamentable!
¡Mujer mexicana forja tu Patria!
*- La autora es consejera familiar.
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