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Elecciones descafeinadas

Cuando se hablaba de que serían las elecciones más grandes de todo el país en donde se unieron los procesos federales y estatales, pensábamos que todo estaría muy intenso.

Cuando se hablaba de que serían las elecciones más grandes de todo el país en donde se unieron los procesos federales y estatales, pensábamos que todo estaría muy intenso.

La renovación de la presidencia del país, del Senado, las diputaciones federales y también las presidencias municipales, la regidurías y las diputaciones locales. Nada más, nada menos.

Se esperaba que por ser estas las más copiosas en la historia, fueran también las de mayor participación y hasta alegría, si se puede usar la expresión, en las calles. Imaginábamos decenas de personas participando en los cruceros desde el 15 de abril cuando arrancaron todos y subsecuente semana porque todavía el calor no hacía presencia total en la capital Baja California.

En un principio se decía que no prendían por ser federales; se esperaba que con el arranque del proceso local este surtiera mayor efecto de empatía, y por supuesto interés entre la población que está realmente más preocupada y ocupada en situaciones de crisis económica, de inseguridad o de la deficiencia de los servicios públicos.

Se ve un electorado aún con el freno de mano que no logra apropiarse de la participación de nueve partidos; ocho que tratan de ser una verdadera oposición contra un partido en el gobierno, como es Morena y que incluso lleva en su candidata a la alcaldía, Norma Bustamante, una aspirante a reelegirse que está trabajando de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde y después hace campaña.

Quizá esta situación haga pensar a la población que no hay una campaña en la que esté participando Bustamante Martínez, sino que la vean todavía como una alcaldesa y no propiamente como candidata.

En este escenario también aparecen esos llamados asaltos atípicos e incluso el robo violento que aconteció en casa Morena, que se espera no sea un inhibidor de la participación política electoral de la ciudadanía, en un proceso, que insistimos, no termina por levantar y arrancar la participación ciudadana.

Urge entonces que haya una oposición capaz de confrontar al partido en el gobierno y con ello atraer la intencionalidad del sufragio, entre el electorado que no termina por diferenciar a los partidos opositores.

PAN, Movimiento Ciudadano, PES e incluso Fuerza por México, no logran tener diferencias tales que le permitan a los ciudadanos poder visualizar sus plataformas, doctrinas, propuestas polarizadas al partido oficial.

Un PT de Jaime Bonilla, su dirigente estatal y aspirante a reelegirse en el Senado, que se ve como un opositor con un discurso trillado en contra de la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmedo. Se mantiene desde hace ya más de dos años, en una constante confrontación que no termina por gustar a un electorado que ve en este pleito algo estéril que ya tiene años con la misma narrativa construida desde la visión de un dolido ex gobernador.

Evidentemente, que a poco más de un mes de concluir este proceso electoral los opositores continúan tratando de leer qué es lo que está sucediendo en Morena para poder construir un partido real oponente que marque una diferencia, que polarice la intención del voto y termine por llamar la atención del electorado.

No han podido encontrar una diferencia entre ellos y convertirse en una real opción.

Hay un ambiente enrarecido. Utilizando la ya quemada expresión de la campaña del 94, hay un desorden, falta de directriz, malestares colectivos y desconcierto de la gente.

No se ve una fiesta democrática donde se festeje la diversidad política. Aún no se ve y no sabemos si esto llegará.

La verdad sea dicha

*- La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali.