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Megalómano y destructor

A ocho meses que termine este sexenio de pesadilla para los mexicanos, especialmente para los más pobres.

A ocho meses que termine este sexenio de pesadilla para los mexicanos, especialmente para los más pobres, a los que, paradójicamente juró beneficiar, nos damos cuenta que, como ningún otro presidente, López Obrador se ha llevado el premio del mayor destructor de México, con una megalomanía de terror.

¿Cómo actúa un megalómano? Miente, manipula o exagera hechos con tal de conseguir sus objetivos. Son personas con delirio de grandeza, de carácter voluble, agresivos y envidiosos. Pero además a López le podemos sumar el Síndrome del Poder, llamado Síndrome de Hubris, un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido y desprecio por las opiniones y necesidades de los demás.

Y no es algo novedoso, ya lo sabíamos; toda su vida fue un destructor, tomaba pozos petroleros, ciudades, cerraba avenidas, sin importarle el daño colateral que provocaba, iba a lo suyo, no respetaba la ley, avanzaba destruyendo, no solo de palabra sino con acciones muchas veces ilegales. Por eso, muchos advertíamos en campaña que López Obrador, era un gran peligro para México.

Aún así, en 2018, más de 30 millones de mexicanos creyendo en sus promesas, lo llevaron a la Presidencia y éste en lugar de sentirse satisfecho, de dedicarse a trabajar por la unidad nacional y buscar el bien común, continuó su campaña para tener el poder absoluto, para afianzar a sus seguidores, para sacar de adentro, a los desposeídos, envidia, resentimientos y deseos de venganza, sin importarle el país. Fue así, cuando empezamos a vivir los ataques y polarizaciones en las mañaneras. En lugar de unir y promover un entendimiento, favoreció la revancha, con furia destructora a base de innumerables mentiras.

Así empezó a sembrar vientos para cosechar tempestades, todo a su favor, todo para tener más poder en aras de su movimiento “transformador” la 4T.

Nadie queríamos que le fuera mal a López, era querer le fuera mal a México, pero por desgracia, muchas de sus acciones, más que con la razón, eran dictadas por venganza y soberbia, aunque siempre lo negara. Su ego es tan grande que, creyéndose dueño de México, puede hacer con él lo que le venga en gana. Todo lo que criticó, ahora lo hace y lo hace mal. Usa a los militares y las fuerzas de seguridad pública, no para cuidar a la ciudadanía, sino para tener el poder necesario que respalden sus ocurrencias, pero sobre todo, para crear miedo entre los mexicanos.

Lo que sigue es de terror. López, aliado al narcotráfico, quiere destruir nuestra Democracia, tiene comprados los militares, gente afín en el INE y el TRIFE, y con todo el poder de estado, hará lo imposible para que triunfe su títere: Claudia Sheinbaum. Lo más triste y grave es no tener líderes valientes en las cúpulas de los partidos que hagan frente a ésta situación, que muevan las almas de sus militantes, creándoles conciencia del peligro real en el que nos encontramos.

Toca a los ciudadanos con la ayuda de Dios, trabajar para abrir los ojos a quienes aún siguen creyendo en un hombre enfermo de poder, y a aquellos irresponsables que les vale el país y no hacen siquiera el esfuerzo de salir a votar.

¡Mujer mexicana forja tu Patria!

*- La autora es consejera familiar.

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