De cuando conocí a Javier Bátiz
De primera, su cabellera es una locura. Rizada y esponjada a más no poder, crea en el rockero un aura negra y canosa alrededor de su rostro moreno y afilado.
De primera, su cabellera es una locura. Rizada y esponjada a más no poder, crea en el rockero un aura negra y canosa alrededor de su rostro moreno y afilado. Y ni hablar de su sonrisa inmensa. Una gran dentadura te dice: “!Hola!”.
Conocí a Javier Bátiz hace mucho tiempo. Bastante para ser sinceros. Sentado junto a su inseparable guitarra, la que gusta presumir, por la firma de Carlos Santana en el “pickguard”, me contó parte de sus vivencias. Arrebatado al hablar, de voz ronca y un ángel indiscutible, el tijuanense se fue como hilo de media en una entrevista que se prolongó por casi tres horas.
Para mí fue un deleite escuchar sus historias, entre ellas rescato la de su amistad con Jim Morrison, con quien me aseguró que compartió escenario en Tijuana, mientras el Rey Lagarto se echó un palomazo a su lado.
Pero a diferencia de lo que se pudiera pensar como una experiencia grandiosa, digna de volverse a repetir, Bátiz me dijo entre risas que ya no lo quería en el escenario, porque literalmente hizo un “desmadre” y rompió cuanto encontró a su paso. Eran días en los que no paraba la fiesta y el alcohol. El guitarrista recuerda que conoció a Jim al final de la década de los sesenta dentro del Whisky a Go Go.
“Desde entonces Jim iba a verme, nos hicimos amigos, de esa clase de amistad, que donde estaba, me buscaba, eso es sensacional”, me contó el rockero quien esa noche nos invitó a un pequeño concierto que realizó un deslucido local del centro de la ciudad de Mexicali.
Pasaron más de dos décadas desde aquella entrevista, cuando tuve la fortuna de volver a conversar con él por teléfono. Yo desde Phoenix, Bátiz desde Tijuana. En esa ocasión el legendario rockero unía su talento con el desaparecido jazzista Tino Contreras, ambos íconos musicales y precursores de su género musical en México. Ambos fusionaron el “rock-jazz” para presentar la producción musical “Live Session” la que consideró Bátiz “muy decente”.
En ese tiempo, con la misma energía, se encontraba en la búsqueda del jazz progresivo dentro del rock “se oye como un despapaye la fusión del jazz con el rock, pero es música muy seria, decente y bien tocada”, me aseguró el músico.
No hay que olvidar que Bátiz se reconoce como precursor del blues en México, desde que fundó el grupo TJ’s a finales de los 50’s, recogió influencias musicales que se recibían en las ciudades fronterizas mexicanas de la música negra y blues.
“Fui el primero que en los años sesenta que rockeaba, soy uno de los músicos más reconocidos porque toco muybien la guitarra, fui el primero en tocarblues en México”, me contó.
Actualmente, el tijuanense busca dejar su legado a las nuevas generaciones, e imparte clases particulares a futuros músicos, como lo hizo alguna vez, impulsando la carrera de Carlos Santana, quien es reconocido como uno de los 20 mejores guitarrista de todos los tiempos, de acuerdo a la revista Rolling Stone.
Bátiz sigue tocando su guitarra a sus casi ochenta años de edad. Un rockero de pies a cabeza. En mi opinión, una leyenda viva subestimada por el rock mexicano.
* La autora es periodista independiente para medios internacionales.
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