Anécdotas de una ‘chavorruca’

Fue una tarde fresca en Phoenix la del pasado martes, por lo que mi problema con el nervio ciático se hizo presente. “Me iré en tenis, cómoda y con algunas pastillas encima para mitigar el dolor”, me dije a mi misma con mi espíritu de “chavorruca” implícito en mi “outfit”.

Tenis de lona, pantalón negro con algunos hoyuelos, camisa prelavada y aretes autóctonos. He aprendido que a los 48 años, menos siempre es más. También, he aprendido que a esa edad salir de concierto un martes por la noche en el centro de la ciudad es toda una provocación.

¿Pero saben qué? Hombres G los vale. Así que me armé de valor, de píldoras antiinflamatorias y afrontando la tremenda desvelada, me lancé en Lyft al concierto de la banda de gachupines que revolucionó mi adolescencia.

Por fin, 35 años después estaba frente a los míticos David Summers, Rafael Muñiz, Daniel Mezquita y Francisco Javier de Molina. Eran ellos, pero no los de mis recuerdos, lucían canosos, con la inminente “pancita” y con ropa más propia para la edad. Esta maldita costumbre de ver la edad en las otras personas, sin querer reconocer la nuestra.

Pero con los primeros acordes del bajo de Summers los años se desvanecieron para mí y creo que también paraellos. Me olvidé de mi dolor lumbar y al ritmo de “El ataque de las chicas cocodrilos” empecé a saltar y gritar comoaquellos tiempos cuando se abarrotaba el Auditorio del Estados y la Plaza Calafia con las bandas del momento.

Me tocó ir a los concierto de Timbiriche, Caifanes, Soda Stereo, Maná, Miguel Mateos, Fobia, Los Amigos Invisibles, Enanitos Verdes, Calo, pero siempre soñaba con ver aHombres G en concierto, y ya ven, en ocasiones los sueñostardan, pero llegan.

Sus letras desenfadas y sin complejos arrasaron con lasgeneraciones más jóvenes de la segunda mitad de los 80’sy catapultaron los récords de ventas de los grupos del momento. Temas como “Venezia” o “Devuélveme a mi chica”,“Marta tiene un marcapasos” o “Indiana, Indiana”, “Suéltate el pelo”, “Visite nuestro bar” sin duda definieron unageneración de jóvenes que coreamos al unísono “Sufre mamón” durante años.

Más de tres décadas después, luego de tantos ires y venires de la vida, de ausencias, triunfos y fracasos, ahí estaba esa niña de 14 años, en un país ajeno, escuchando“Solo un par de palabras, solo un par de palabras, solo unpar de palabras, te diré”.

“¿Quién dice que 40 años no son nada?”, cuestionóSummers durante el concierto.

Y ahí estaba yo de nuevo, sin más dolor en mis piernas,con mi cabellera suelta y rizada, recapitulando mis casi50 años de mi vida en un concierto.

* La autora es Corresponsal de The National Association of Hispanic Journalists (NAHJ).