La sociedad detrás y frente a la violencia
Tengamos claro: la gran cantidad de ataques armados que aquejan a Tijuana en cada una de sus calles y zonas no son casualidad.
Tengamos claro: la gran cantidad de ataques armados que aquejan a Tijuana en cada una de sus calles y zonas no son casualidad. La degradación social en nuestra región, y que aqueja a nuestro país, no es una casualidad. Bien se dice que nuestro modelo económico es tal vez el mayor responsable de la desintegración familiar, debido a que los padres de familia tienen menos tiempo para atender a sus hijos, precisamente porque tienen que trabajar para vivir, el esquema de bienestar ha fallado y eso debilita la estructura familiar y el tejido social, y vuelve a los jóvenes vulnerables a las conductas antisociales.
Por eso esto no es nuevo, ni es sorprendente. Este nivel de desintegración social es producto de años de políticas y acciones equivocadas que afectaron a la sociedad y es precisamente en el seno de la misma donde se puede trabajar para evitar que sigan matando a cinco, seis, siete personas por día en Tijuana. Es precisamente en la construcción social de la mano de una estrategia efectiva como podemos ir erradicando el asunto.
El problema es claro y mucho más que visible. Muchos comentan que paseando de madrugada escuchan balazos por lo menos una vez, así sea de lejos o de cerca. De esas muertes ya no están exentas las mujeres, y, tristemente, tampoco los niños, con frecuencia vemos cómo menores son asesinados, o ven de primera mano la muerte de sus padres. Pongamos de ejemplo el caso del niño cuyo padre perdió la vida de su mano, luego de que un cobarde le disparara por la espalda en un centro comercial de Zona Río. La barbarie está alcanzando altos niveles y se requiere la participación de la sociedad.
Sin denuncias, sin analizar exactamente qué hacen nuestros hijos, sin infundir valores, sin cuidarlos de las adicciones, sin fomentar el desmedido amor por el dinero, no lograremos demasiado. Al contrario, estamos condenando a nuestras juventudes a seguir una espiral que de seguir profundizándose es difícil imaginar hasta dónde podría llegar.
Hemos visto cómo son cada vez más las personas que se asombran de los asesinatos en plazas comerciales a personas inocentes, del pequeño que murió de la mano de su padre en un hecho terrible, de la pequeña de 11 años que fue asesinada al ir al cine en Playas de Tijuana. Son esas cruentas historias que nos hacen preguntarnos si estamos haciendo las cosas bien, si la violencia no es responsabilidad en gran medida de la apatía en que muchos hemos decidido vivir.
Por eso, es importante promover la participación ciudadana en materia de seguridad, si sabemos qué están haciendo los jóvenes y con quién, podremos rescatarlos de las garras del crimen organizado, cuyo dinero ha logrado corromper a una gran cantidad de personas, y para romper con esa espiral se deben reivindicar los valores que conformaron nuestra sociedad.
Solo con la identidad bajacaliforniana, y todas aquellas muestras de voluntad es como lograremos salir delante de la crisis de inseguridad, ya que hay que tener confianza en que haciendo las cosas bien y viviendo en paz es como se replica el mensaje, al mismo tiempo que exigimos un mejor trabajo de investigación y vigilancia a nuestras autoridades.
*- El autor es periodista con 25 años de carrera, ha encabezado noticieros en la televisión internacional; ganó el premio Nacional de Periodismo y ha sido académico, además dirige la página www. alfredoalvarez.mx.
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