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Diógenes

Sobre los filósofos más destacados de la antigüedad se cuentan numerosas historias, a menudo contempladas por los expertos como meras exageraciones o leyendas sin base histórica.

Sobre los filósofos más destacados de la antigüedad se cuentan numerosas historias, a menudo contempladas por los expertos como meras exageraciones o leyendas sin base histórica. Sin embargo, muchas de estas fábulas, sin poseer las cualidades literarias de las obras clásicas, las complejas y profundas reflexiones de un tratado filosófico o la épica de las grandes epopeyas, contienen concentrada en pequeñas dosis la esencia de toda la sabiduría de la época. Uno de los filósofos más ricos en esta clase de atribuciones es Diógenes de Sínope (413 a.C.) Este filósofo, vivía en un tonel y en la más completa austeridad. Famoso en la época por andar por las calles de Atenas portando una lámpara de aceite en plena luz de día mientras decía: «Busco a un hombre honesto.» Una de sus anécdotas más célebres quizás sea aquella en la que se le acerca el mismísimo Alejandro Magno y le pregunta: « ¿Puedo hacer algo por ti?», a lo que Diógenes le responde: « ¡Apártate, me estás tapando el sol!». Creo que no hay mejor ejemplo para ilustrar aquel refrán que dice: “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”. Su figura enseguida pasó a ser una leyenda de provocación y la imagen del sabio cínico por excelencia, de aspecto descuidado, burlón y sarcástico. Las frases de Diógenes, el cínico, nos hablan acerca de uno de los filósofos más honestos de todos los tiempos. Esto es, alguien con una verdadera voluntad de entender la realidad y llegar a la verdad, sin ningún interés adicional que el amor mismo por ella. Realmente no se conservan muchas frases, pues él nunca escribió. Lo que ha llegado hasta nuestros días lo sabemos gracias a sus discípulos. En especial a su homónimo, Diógenes Laercio, quien se dio a la tarea de recopilar varias de sus enseñanzas. “La sabiduría sirve de freno a la juventud, de consuelo a los viejos, de riqueza a los pobres y de adorno a los ricos”. Sus frases son ejemplo de su pensamiento, “El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe”. Esto, pese a que el propio Diógenes fue conocido por emplear frases muy duras para dar forma a su verdad, su denuncia tenía más que ver con la doble moral y los fallos en la ética que con una persona en particular. No buscaba atacar a la persona, sino cuestionar su postura moral. Una de ellas que usaba con más frecuencia, dice: “Es preferible la compañía de los cuervos a la de los aduladores, pues aquellos devoran a los muertos y estos a los vivos”. “Callando es como se aprende a oír, escuchando es como se aprende a hablar; después, hablando, se aprende a callar”. Significa que comunicarse es un proceso complejo en el que la escucha es fundamental. Esta es la que permite, primero, aprender a hablar. Y el saber hablar implica decantar y entender cuándo se debe guardar silencio.

Y, entre las numerosas anécdotas sobre su vida, también destaca por ofensiva la actitud que padeció un adinerado hombre que tuvo la osadía de invitarle a un banquete en su lujosa mansión con la única prohibición de que no escupiera en su casa. Diógenes hizo unas cuantas gárgaras con vino la para aclararse la garganta y le escupió directamente a la cara, alegando que no había encontrado otro lugar más sucio donde desahogarse. A muchos de nuestros políticos les recomendaría poner en práctica las frases y anécdotas de Diógenes el cínico.

*- El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

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