Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / notamigracion

Mar de fondo

¿Habrá cambios con AMLO?

Aunque la respuesta a esta pregunta es obvia para muchos, para otros no lo es tanto, entre los cuales me incluyo. Es casi seguro que a partir de mañana sábado se registrará un cambio radical con respecto a los gobiernos que ha tenido el país en los últimos 35 años, pero en especial con relación a los dos gobiernos del PAN y el último del PRI que ahora está agonizando.

El cambio con respecto a estos gobiernos será evidente. Para empezar, cambiarán todas las formas y la parafernalia que fueron propios de los partidos ahora derrotados, formas y todo tipo de ceremonias que ya conocemos, rituales y símbolos que los gobiernos en México han venido utilizando para proyectar el poder de la presidencia, o de los presidentes, mejor dicho.

Cambiará, desde luego, el discurso político que utilizó durante años el priismo y los dos gobiernos panistas para ser sustituido por el “nuevo” lenguaje de Andrés Manuel López Obrador, como ya lo estamos viendo. Si antes hubo un discurso técnico y más dirigido a las élites económicas y políticas, ahora lo que veremos con AMLO es un discurso dirigido a las masas, a sus electores y hacia aquellos grupos o sectores con los que piensa mantenerse en contacto.

También habrá un cambio radical, es fácil suponerlo, en el “estilo de gobernar”. Si los presidentes del PRI y del PAN aparecían siempre en sus lujosas oficinas dictando órdenes o rodeados de un séquito de funcionarios, ahora vamos a ver a AMLO hablando en las plazas públicas, o rodeado de colonos en alguna comunidad, o con campesinos en una zona rural del país, lo mismo que con grupos indígenas escuchando sus demandas.

En todos estos ámbitos y en muchos otros habrá seguramente un rompimiento clarísimo del gobierno de López Obrador con respecto a sus antecesores priistas y panistas, acercándose más al estilo y las formas que adoptó en su tiempo el general Lázaro Cárdenas o algo parecido.

Sin embargo, con todo y que estos cambios llegarán como una ráfaga de aire fresco a la empobrecida y decadente vida política del país, en especial la de los últimos años, no dejan de ser cambios de forma, de estilos, de discursos o de símbolos, que pueden ayudar a reactivar los ánimos y alentar alguna esperanza en algunos sectores de la sociedad, pero no necesariamente son cambios de fondo que anuncien o conduzcan hacia una verdadera transformación del país.

Vamos a esperar hasta mañana y a los siguientes días para ver si AMLO traza alguna dirección más clara de lo que ha dicho durante estos largos meses de transición, porque hasta ahora lo que tenemos son muchos claroscuros, contradicciones, muchas improvisaciones y un discurso polarizante, como tratando de colocar las piezas de su gobierno con fuertes manotazos en la mesa.

Si bien se desprende de sus discursos y de su orientación política e ideológica que su gobierno se enfocará hacia los sectores populares o en condiciones más desventajosas, a diferencia de lo que hicieron los gobiernos neoliberales en México, también se pueden apreciar muchos rasgos estrechamente ligados al autoritarismo, el populismo y la personalización del poder político.

Entonces, no hay duda que habrá cambios, pero hasta ahora no está claro que sea un “cambio de régimen” el que está en marcha, un cambio que se proponga ir en el fortalecimiento de la democracia política, un régimen nuevo en donde la pluralidad del país encuentre otras formas de relación, en donde se procesen de otra manera las diferencias y el conflicto, y no se acallen las voces disidentes.

La pegunta principal que está flotando en el aire es si el gobierno de AMLO va a sustituir al régimen decadente que se construyó y se sostuvo por largos años tanto por el PRI como por el PAN, cuyos rasgos fueron la antidemocracia o una democracia simulada que dio lugar a la corrupción, por uno nuevo más fuerte y sólido desde el punto de vista democrático, o bien en el lugar de aquel va a surgir un gobierno autoritario que expropia, como antes lo hizo el PRI, la legitimidad del pueblo.

Hay muchos grupos, sectores o simples individuos, aquí y en todas partes, tratando de despejar esta incógnita. A muchos más ni siquiera les interesa, ya sea porque tienen fe o porque creen ciegamente en las propuestas y los discursos de AMLO.

López Obrador tiene todas las condiciones para hacer cambios profundos en el país, tiene el respaldo de millones de electores, tiene la mayoría o puede conseguirla en la Cámara de Diputados, la tiene en la de Senadores, no hay hasta ahora una oposición política articulada, tiene a una parte de los medios de comunicación o los irá teniendo.

Pero la duda no logra despejarse del todo. ¿Habrá realmente un cambio o sólo cambiarán las formas? El sábado tendremos más elementos.

El autor es analista político

Temas relacionados