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Mirador

Este amigo mío no es amigo de los gatos. A él le gustan los perros. No niega que el gato es más inteligente que el perro, como lo prueba el hecho de que los perros nos sirven a nosotros, en tanto que nosotros servimos a los gatos. El perro mira al hombre y dice: "Me cuida. Me da techo. Me alimenta. Debe ser un dios". El gato mira al hombre y dice: "Me cuida. Me da techo. Me alimenta. Debo ser un dios". Tampoco niega mi amigo que el gato tiene más personalidad que el perro. Parece una estatuilla egipcia; posee al mismo tiempo la presencia del leopardo y las languideces de Cleopatra. Pero mi amigo esgrime un argumento para explicar por qué gusta del perro y no del gato. En los evangelios de Nuestro Señor Jesucristo -dice- se mencionan solamente 32 animales. Entre ellos figura el perro. El gato no. ¡Hasta mañana!...

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