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Contra corriente

'Consultitis'

Naturalmente, nunca hablaré en forma negativa o contraria al enorme significado de las palabras referéndum o incluso mejor aún: Plebiscito. El plebiscito nos transporta hasta el inicio de los tiempos de Roma en donde se origina esta modalidad o forma de exigir al gobierno o en aquel tiempo a los gobernantes de Roma. Era una forma de la plebe, el pueblo, al margen de los postulados y leyes de los cónsules dominantes en el Imperio, de exigir sus derechos; una forma de manifestarse, con el fin de ser atendido en sus demandas. El plebiscito se daba de abajo hacia arriba, hacia el poder, para exigir del Imperio demandas de la población.

Todo lo contrario de lo que hace el presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Se autoproclama “el pueblo” y asume las veces de la plebe, que tanto ama el señor presidente electo. Aquí el contenido del plebiscito se ha invertido en lo contrario; de arriba hacia abajo. Sépalo o no Obrador, en su afán de ser el presidente más aplaudido y de hecho alabado, como se alaba a Dios en las alturas, lleva consigo esta pretensión mental; muchas de sus encuestas no son necesarias, y menos que vengan de su propia iniciativa. Basta con que sea el nuevo Mandatario en México para que los problemas económicos se resuelvan por su propia iniciativa con el acuerdo del Congreso que de hecho está bajo su férula. No creo que los diputados de Morena den para atrás a los planes y proyectos de Obrador. Hoy más que nunca una iniciativa del presidente entrante no pudiera ser rechazada por el Congreso, dada la incondicionalidad de los legisladores de Morena.

Naturalmente, para la construcción del tren del Istmo de Tehuantepec, para nada requiere Obrador de una consulta y, aun así, otro resultado sería si estas consultas fueran verdadero referéndum o plebiscito, con todas las con condiciones que esto implica. Menos entonces resulta relevante al estilo del señor presidente electo una encuesta, con todas las características de la anterior realizada respecto del aeropuerto que definitivamente estuvo mal; no cumplió con las condiciones que un plebiscito debe tener, de acuerdo incluso cono los referendos realizados en otros países donde este sistema de gobierno se utiliza.

Varios académicos dijeron una y otra vez que una encuesta realizada como la anterior adolecía de una gran cantidad de fallas; eso es indiscutible, por más que Obrador repita una y otra vez que su consulta en torno al aeropuerto fue perfecta; que el pueblo respondió tal y como Obrador espera y que por lo tanto en las siguiente consultas (que por cierto son varias las que tiene en mente realizar) serán exactamente igual a la anterior. Es decir, digo yo, completamente fallidas, con falta absoluta de la certeza constitucional que una encuesta de este tipo debe tener.

En absoluto los comentaristas “fifís”, como yo sin duda, no nos oponemos a la seriedad y los referéndums que Obrador imprima en su gobierno y me parece bastante positiva esta práctica, pero con todas las reglas que la legislación ordene al respecto. Eso es todo.

El autor es artista plástico.

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