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Percepción política

El 1º de octubre de 2017, en la comunidad autónoma española de Cataluña se llevó a cabo un referéndum de independencia. Más de tres millones de catalanes participaron en dicho ejercicio democrático. “¿Quiere que Cataluña sea un estado independiente en forma de república?”, fue la pregunta a la cual el impresionante 90% de los votantes contestaron: Sí.

El Gobierno de España tuvo la oportunidad de combatir el tema democráticamente. Pudo citar los beneficios de permanecer unidos. Pudo mostrar las terribles consecuencias de separarse del resto del país. Pudo realizar un llamado al “no”.

Contrario a ello, prefirió utilizar la represión. El Gobierno de España envió a cientos de elementos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil a Cataluña. Golpearon a hombres, mujeres, adultos y jóvenes. Más de 800 heridos, según cifras oficiales. Todo para evitar que se realizara un referéndum que, al final, sí se realizó.

A pesar de que México es un país de 120 millones de habitantes. A pesar de que en la pasada elección presidencial votamos 56 millones de ciudadanos. No me sorprende que en la consulta pública convocada por Andrés Manuel López Obrador hayamos votado únicamente un millón de mexicanos.

Tampoco me sorprende el resultado de la consulta haya sido a favor del proyecto de Santa Lucía. Este era un tema de López Obrador. Cancelar el proyecto de Texcoco fue una de sus principales promesas de campaña. No todos, pero la mayoría de las personas que participaron en la consulta eran seguidores de Morena. Resulta lógico pensar que aquellos que respaldan al presidente electo decidieron apoyarlo participando en la consulta.

Lo que sí me sorprende es ver que nadie defendió el proyecto de Texcoco. A diferencia del Gobierno de España, el Presidente de México no utilizó la represión. Pero al igual que el Gobierno de España, el Presidente de México no quiso combatir el tema democráticamente.

Enrique Peña Nieto tuvo la oportunidad de defender la obra más importante de su sexenio. Tuvo la oportunidad de explicarle a los mexicanos el supuesto desastre que significará abandonar el proyecto de Texcoco. Tuvo la oportunidad de movilizar a su base electoral y entrarle a la consulta. El Presidente prefirió, como curiosamente le ha gustado desde el 1º de julio, dar un paso atrás y permanecer en silencio.

También me sorprende la actitud de un importante sector poblacional. Se quejan del resultado de la consulta pública. Protestan ante la decisión de López Obrador. Argumentan que la mejor opción era Texcoco. Muestran temor antes las reacciones de los mercados internacionales. Pero… no fueron a votar. Al igual que Enrique Peña Nieto, muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras optaron por ni siquiera meter las manos.

Según una encuesta realizada por Consulta Mitofsky, la enorme mayoría de mexicanos preferían el proyecto de Texcoco. No lo dudo. Pero, entonces, ¿por qué no fueron a votar? ¿Por qué mostraron tanta apatía? ¿Por qué la resignación anticipada?

El autor es abogado y conductor de televisión.

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