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Ecoanálisis

Por fin llega después del largo verano. Me resistí a quejarme de los constantes 40°C aún en septiembre, porque aprendí que la noche del gritón 15, la tarde refrescaba… no fue así este año. Refrescó hasta mediados de octubre, que se escribe con “O” como el mismo otoño. Tomamos el otoño del latín “autumnus”, pero los gringos lo copiaron mejor: “auttum”. Un descanso del calor para el cuerpo y para el alma, una estación de pausa para engordar para el invierno si eres oso o ardilla. Y no sólo algunos animales hibernan, ciertos entes vegetales hacen lo mismo, los álamos, las piochas. Los bosques de alamillos de San Pedro Mártir empiezan a teñirse de amarillo, luego de café y rojo, hasta tirar sus hojas e hibernar. “Red, brown and gold”, dice Nat Cole en “The falling leaves”, erróneamente llamada así, cuando su origen galo es “Les foullies mortes”, en español correctamente “Las hojas muertas”, bella música de Joseph Kosma.

En el otoño los días se acortan y las noches se alargan. Y es que ya inició el equinoccio otoñal que terminará con el solsticio invernal. Del otoño aprendí a esperar la llegada de patos y gansos, ahora hay patos en el valle todo el año. El faisán completó su hermoso plumaje y la codorniz integró su parvada. El venado bura está limpiando sus astas del terciopelo y los borregos machos chocan sus cornamentas para ganarse el derecho a heredar sus genes. Las palomas alas blancas emprenden su vuelo migratorio y abandonan sus nidos. La paloma euroasiática los aprovechará para anidar por cuarta vez en el año.

La generación anterior creía que el otoño era la estación del año de los grandes bocones o lobinas. Estos peces nacen antes de la primavera y crecen en peso una libra por año. Entonces un bocón trofeo de 5 o 6 libras tiene esa edad. ¿Por qué pescaban a los grandes en otoño? En la Sierra Madre el venado cola blanca se alimenta en otoño de bellota principalmente y engorda como en ninguna otra estación del año y su carne adquiere el mejor sabor. Luego entra en celo y toda esa energía se gasta al heredar sus genes. Los venados de invierno tienen carne magra.

Pero el otoño también despierta memorias idas, recuerdos fugaces de aromas y rostros, de sentimientos e ilusiones. “De las lunas, la de octubre es más hermosa”, escribió José Antonio Michel. En 1954 la grabó Pedro Infante y fue un éxito. La Luna se acicala en otoño, como los adolescentes de aquellos años nos acicalábamos para ponernos el primer saco y lucir bien en el primer baile. Pero no bailábamos con la música de Michel, sino con la de Joseph Raymond Conniff… El Mar, Aquellos Ojos Verdes, Bésame Mucho, Lisboa Antigua… o nos sacudíamos con Chubby Checker y Bill Haley y sus Cometas.

Finalmente, el otoño no es más que la posición del planeta en su relación con el astro rey. Pero si aprendes a ser otoño, podrás después ser primavera, dijo alguien.

El autor es investigador ambiental independiente.

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