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De historia y algo más

Desde los tiempos más remotos el hombre anheló imitar el vuelo de los pájaros, y coherente con este deseo de libertad, durante muchos años desafió las leyes de la naturaleza con el firme propósito de lograrlo. A lo largo de la historia han surgido numerosos mitos en torno a los intentos del hombre por surcar los cielos; cuenta la leyenda que fueron Ícaro, y su padre Dédalo, los primeros hombres en osar volar, en su necesidad inminente de huir del rey Minos de Creta, ambos imitaron el vuelo de los pájaros al proveerse de alas, Dédalo pudo aterrizar en Sicilia, no así Ícaro quién claudicó al intentar alcanzar el Sol. En la segunda mitad del siglo XIX se inventó el motor de combustión interna, el cual se adaptó para impulsar aeronaves; más tarde, en 1903, los hermanos Wright volaron por primera vez con éxito en un aparato más pesado que el aire. Precisamente cuando la aviación empezaba a convertirse en un medio de transporte muy práctico estalló la Primera Guerra Mundial. El rendimiento de los aparatos y de los motores mejoró rápidamente en aquella atmósfera bélica. La velocidad media de los vuelos en 1914 era de 113 kilómetros por hora, pero debido al conflicto esta velocidad se duplicó para 1918. Al terminar la guerra, algunos bombarderos se transformaron en aviones para el transporte de pasajeros, pero su carga útil, rentable, era muy baja y los precios resultaron muy costosos. 1936 fue un año trascendental para la historia de la aviación, pues empezaron a volar aviones con una autonomía de unos mil 300 kilómetros. Y entonces llegó la Segunda Guerra Mundial. Una vez más, los acontecimientos bélicos favorecieron los perfeccionamientos, sobre todo, de las velocidades, que se aumentaron enormemente con el motor de reacción. En la historia de la aviación se considera a la década de 1960-70 como la del auge de la aviación comercial, década en la que se indujo a las compañías aéreas a emplear aviones mayores y más rápidos. El despegue de la aviación tuvo como consecuencia la construcción de aeropuertos o terminales aéreas. El diseño de estas instalaciones es complejo y el mismo se hace del aire a la tierra, no de la tierra al aire. Morena, el partido de Presidente electo de México, realizará una consulta popular para determinar si se continua la construcción del nuevo aeropuerto que cuenta con un proyecto ejecutivo o se utiliza un aeropuerto militar alterno viejo con dos pistas sin proyecto ejecutivo; el problema del espacio aéreo de la CDMX es la saturación del mismo. Cancelar el nuevo aeropuerto implica tirar a la basura 120 mil millones de pesos, construir un nuevo aeropuerto militar e invertir en la transformación de uno militar en civil y las obras de remediación del lago de Texcoco para devolverlo a su estado original y cuyos costos se desconocen. El desarrollo de la infraestructura de México siempre ha estado en el filo de la navaja debido a la imposición de las decisiones políticas sobre las decisiones técnicas, esta no es la excepción, los expertos han hablado y no han sido escuchados. Todas las obras de este país deben contar con un estudio costo-beneficio favorable ya sea en lo social o en lo económico, no es con ocurrencias o a contentillo como se debe invertir en ellas.

El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

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