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Tecnología,

¿oportunidad u obstáculo?

En la sociedad contemporánea, particularmente la occidental, la premisa de que las tecnologías de información y comunicación (TIC) son un componente indispensable para el desarrollo se ha convertido en una aseveración que casi nadie pone a discusión. Sin embargo, también se reconoce que la brecha digital no ha dejado de existir y que grandes sectores de la población siguen sin poder acceder de manera equitativa a las TIC. La semana pasada la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer el estudio económico y social mundial 2018: "Tecnologías de vanguardia en favor del desarrollo sostenible". Si bien dicho estudio reconoce que algunas tecnologías mejoran las condiciones de vida, también señala que si son mal administradas aumentan las desigualdades entre países (https://www.google.com/search?q=estudios+economico+y+social+onu+2018&ie=utf-8&oe=utf-8&client=firefox-b-ab).

Ahora bien, la ONU reconoce, desde el 2011, que el acceso al Internet es un derecho de la humanidad, lo cual fue importante dado que favorece la libertad de expresión y particularmente en regímenes en los cuales esta condición es limitada, por no decir inexistente por razones políticas o ideológicas, como lo indicó el Relator Especial de la ONU, Frank La Rue: “Los gobiernos deben esforzarse para hacer al internet ampliamente disponible, accesible y costeable para todos (...) Asegurar el acceso universal del internet debe ser una prioridad de todos los estados”. (https://expansion.mx/tecnologia/2011/06/08/la-onu-declara-el-acceso-a-internet-como-un-derecho-humano).

El estudio referido en párrafos anteriores, analiza el progreso de las TIC en sectores como la automatización, la robótica, las energías renovables, la inteligencia artificial y aquellos que impactan la economía, el medio ambiente y, por supuesto, el ámbito social. En su conjunto, refiere la ONU en su Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, las TIC son indispensables para fomentar el crecimiento, prosperidad y sostenibilidad ambiental. Un aspecto significativo es que las tecnologías no son inocuas ni gratuitas, su desarrollo ha implicado costos ambientales y desigualdad en el ingreso entre países desarrollados y pobres. De tal forma que la automatización si bien favorece a los propietarios del capital, “sin embargo, suponen una desventaja para los trabajadores y exacerba las desigualdades ya existentes en la distribución de los ingresos. Dichos progresos pueden causar considerables efectos indirectos y externalidades, en los países y entre ellos, que entrañan costos de ajuste difíciles de asumir por los diferentes grupos de población” (ONU, 2018: 3).

En este sentido, la última Encuesta Nacional sobre la Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (Endutih, 2017) realizada por el Inegi, indica que del 2015 al 2017, el crecimiento del Internet en los hogares pasó de 39.2% a 50.9% y justamente en correspondencia con el Estudio de la ONU, las área urbanas cuentan con el 86% de distribución de usuarios del Internet contra 14% en las zonas rurales (https://datos.gob.mx/busca/dataset/encuesta-nacional-sobre-disponibilidad-y-uso-de-tic-en-hogares-endutih).

Con los datos aportados, amable lector, usted podrá tener en cuenta que si bien somos beneficiarios del acceso a las TIC, éstas generan desigualdades e inequidades al favorecer la diferencia entre quienes somos alfabetizados digitales y quienes no tiene acceso a las TIC. ¿Usted qué opina?

El autor es coordinador del Observatorio Global Mediático-UABC.

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