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Ecoanálisis

Los bajacalifornianos, particularmente los pescadores de San Felipe, estábamos esperando que los responsables de la pesca en México, Semarnat, Sagarpa, y el Inapesca, anunciaran el indispensable estudio de biomasa de la totoaba, para saber de una vez por todas si ya se recuperó y en ese caso, se autorice la pesca deportiva de esta especie endémica del alto Golfo de California. Al estar declarada en peligro de extinción, veda permanente y Cites, el Gobierno mexicano necesita con estudios científicos, demostrar el estatus actual del gigante marino.

Y cuando esperábamos esos resultados, se publicó el proyecto de NOM 059, en el cual se sigue considerando a la totoaba en peligro y vedada. ¡Ho!...desilusión, sobre todo para los sanfelipenses. Durante el primer semestre de este 2018 la Semarnat intentó salvar de la extinción a la vaquita marina, víctima de la pesca ilegal de la totoaba, mediante aquel circo que llamamos los “delfines vaqueros”, un grupo de esos mamíferos marinos entrenados para arrear primas vaquitas a un corral y protegerlas de las redes clandestinas, pero tanto una cría como su madre murieron en el primer intento y el circo se clausuró.

Las autoridades mencionadas no han parado de trabajar a juzgar por dos acciones, una pública y otra secreta. La anunciada, fue la publicación de la NOM 169 el pasado 28 de septiembre. Esta Norma establece las especificaciones de marcaje para los ejemplares, partes y derivados de totoaba provenientes de unidades de manejo, UMAS, para la conservación de vida silvestre. ¿Qué significa esto?

Primero, no es el resultado esperado del estudio de biomasa; y segundo, se trata de la etiqueta que debe llevar cualquier parte de la totoaba siempre y cuando haya sido criada en cautiverio. Y esto no tuviese nada de raro si Excélsior, en su portal del 25 de septiembre, 3 días antes de la publicación citada, no hubiese publicado una filtración, un estudio terminado en febrero de este año, que es el esperado ¡estudio de biomasa de la totoaba!

Este documento, “Evaluación de la población de totoaba macdonaldi” mantenido en secreto tanto por la Semarnat como el Inapesca según Excélsior, demuestra que hay en el alto Golfo de California, ¡528 mil totoabas adultas! Y estima su biomasa en unas 38 mil 683 toneladas. Además informa que durante 2017, 120 pangas clandestinas pescaron 21 mil totoabas ilegalmente. Ahora bien, ¿medio millón de totoabas son muchas o pocas? Una comparación con la curvina golfina, prima hermana de la totoaba y también endémica del Alto Golfo, nos dice que la biomasa de la curvina ha sido de entre 8 mil 200 y 16 mil 400 toneladas y sobre esta biomasa se autoriza pescar 2 mil 700 toneladas. Conclusión: hay tres veces más totoabas que curvinas golfinas. Las 21 mil que sacaron ilegalmente los “bucheros” deberían destinarse a la pesca deportiva sin detrimento de la especie, si existiera el Estado de Derecho en México. Esperamos que la pesca de la totoaba no se concesione a alguna transnacional, ya que es patrimonio de todos los mexicanos.

El autor es investigador ambiental independiente.

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