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Desde otra patria

A primera vista parecía una tierna mujer de cabellera plateada y ensortijada, pero adentrándote un poco en su personalidad era un torrente feroz y a la vez fugaz. Con una sola palabra te dejaba fuera de la jugada. Luego, resurgía esa dualidad, y esbozaba una sonrisa para hablar de lo que para ella es un acto de amor, como escribir, conversar, tolerar.

Es grande, como yo, y le gustan las vestimentas autóctonas. Ese viernes llevaba un hermoso vestido holgado con bordados coloridos. Llegué como intrusa, desvaneciéndome en la oficina donde ya entrevistaban a la reconocida escritora y diputada federal. Hablaba con soltura con una periodista (gran amiga) sobre el México que visualiza en sus novelas. No el México de las series que promueven el narcotráfico, aclaraba, sino de ese México que sale adelante pese a las adversidades, de ese pueblo con una gran capacidad de resiliencia.

Mis veinte minutos de retraso me costaron la simpatía de la autora de “Como agua para chocolate”, y mi lucha propia por lograr la entrevista ya anunciada por mis editores. Es que sucede que a los periodistas también se nos desalinean los planetas, y pese que la puntualidad es mi regla de vida, la llanta de mi carro no hizo mucho por mí esa mañana.

En fin, ya estaba ahí, sentada, estoica y a la vez ignorada, esperando una oportunidad para hacerle algunas preguntas. Esquivel seguía hablando, iba de los temas de meditación a los de energía, luego tocaba comentarios suaves de política bilateral, y regresaba al amor como eje principal de su oficio, tanto como escritora y política.

Como seguía siendo ignorada, intenté vanamente hacer una pregunta y obtenía un “sí” o un “no”, y de nuevo giraba su cabeza para continuar hablando del reiki con mi colega. Pero hubo una coyuntura, un breve espacio, en la que por fin pude entrar después de varios intentos fallidos y pude ver su rostro de frente al mío. Fue cuando la interpelé sobre sus tiempos de merecer, esos tiempos que llegan después de una larga cosecha como escritora y política, y fue ahí cuando pude escarbar un poco en el corazón de Laura.

Describió la escritura como un “arte de amar” y aseguró que los reconocimientos no llegan con la edad, ni con el camino recorrido como autora sino con “el afecto de la gente”.

Luego, hablamos de política, sobre su cargo de subsecretaria que va a asumir en la cartera de Cultura del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, y fue contundente al opinar que todos deberían “meterse en política”.

Cuando se le pregunte si como escritora disfruta ser funcionaria pública, la diputada no dudo en responder que lo considera “una obligación de todo ser humano”.

Y dijo con esa firmeza que caracteriza sus palabras: “Todos los que dicen 'yo no me meto en política', yo les digo 'pues deberías', y tal vez el mundo sería diferente, tenemos que participar con la claridad de que lo que estamos haciendo, no se va a limitar a un cambio de cien personas, es un cambio que se va reflejando de una manera mucho más amplia”.

La guionista y ex pareja del cineasta mexicano Alfonso Arau fue clara al reconocer que ese puesto político no tiene por qué alterar su oficio literario: “Yo soy autora, no voy a poder dejar de escribir, me voy a seguir levantando temprano, seguiré produciendo, y a la hora que entre a la oficina me dedico a eso”.

A su juicio no existe una diferencia entre ser funcionario o escritor, ya que “todo acto íntimo se refleja en el público y todo acto público se refleja en el íntimo y en el bienestar de la comunidad”.

A casi treinta años de haber escrito “Como agua para chocolate”, libro que la catapultó en un plano internacional y que fue traducida a más de 30 idiomas, esta mujer de carácter recio reconoce el poder del amor en su vida y profesión.

“El escribir es un acto de amor, como es cocinar, estar sentando aquí contestando tus preguntas es un acto de amor, no hay otra manera de actuar que no sea el de enlazar, cuando haces que dos cosas se junten, cuando tu permites que mi palabra llegue y la aceptas es amar”, me dijo casi al concluir los breves momentos que me obsequio para realizar mis preguntas.

El día Laura Esquivel me hizo sentir “Como agua para chocolate” me puse a pensar sobre lo que los periodistas vivimos detrás de una entrevista o de una cobertura, el proceso está plagado de historias que no se cuentan, a veces blancas, a veces grises. Pero no debes de desistir, tu trabajo es lograr la noticia, “resultados, resultados”, me decía un jefe y gran periodista con el que trabaje durante tres años.

Al final, pese a que el mundo se derrumba algunos viernes, y los planetas estallan, el universo se recompone, y con paciencia obtuve algunas sonrisas de Laura, y una entrevista aceptable, aquí les dejo el link del periódico Reforma para los curiosos https://bit.ly/2przPWb.

Beatriz Limon

Corresponsal en Arizona y Nuevo México de la Agencia Internacional de Noticias EFE.

@BetyLimon16

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