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Ecoanálisis

El municipio de Mexicali se caracteriza principalmente por estar sobre lo que fue el delta del Río Colorado. Una llanura de aluvión inundable con los desbordes anuales del río. Pero Mexicali también tiene mar y puerto de San Felipe, y en su lindero Oeste está el escarpe de Sierra de Juárez y en el Sur sierras como Las Pintas, La Mina, Cerro Borrego y la extensa sierra de San Felipe. Es un municipio con varios ecosistemas poblados por plantas y animales entre los que destacan algunos endemismos. Una lagartija, una cholla y dos especies de agaves que no existen en ninguna otra parte del planeta Tierra.

En 1985 en una larga caminata mi hermano y yo, hacia la cañada El Manzanito, sin rancho ni camino, nos topamos con agaves del triple del tamaño del tradicional agave del desierto (Agave desertii), que plaga la Sierra de Juárez. Lo retratamos y publicamos su foto en la página 82 de mi libro “Cimarrón. Del culto a la cultura del borrego” (1997). Quince años después explorando la Sierra Cucapá con don Javier Jiménez, experto en esta cordillera completamente mexicalense, encontré de nuevo a ese hermoso agave al que bautizamos como “agave cucapanese”. Su foto está en la página 60 de mi libro “Cultura del Paisaje” (2013). Esto como prueba que notamos a la planta antes de existir taxonómica y científicamente.

Comuniqué el hallazgo a investigadores mexicanos y no les interesó. En la Universidad de Arizona en Tucson, en una reunión de trabajo con expertos en El Pinacate en 2010, me informaron que alistaban una expedición para confirmar la presencia de un agave aparentemente desconocido en la Sierra Cucapá. Por fin, pensé, la ciencia se interesó en esta planta que prometía ser no solo endémica de Baja California, sino del Municipio de Mexicali, ya que no la hemos encontrado en otra parte.

En 2011, en la publicación científica “Brittonia”, de la New York Botanical Graden Press, los científicos Robert H. Webb y Mario Salazar Ceceña del Cicese, anuncian el descubrimiento de una nueva especie de agave en la Sierra Cucapá. La describen y registran por primera vez y la bautizan como “Agave turneri”, en honor a un botánico estadounidense de ese nombre. Nosotros seguiremos llamándolo agave cucapaense. Como tantas otras especies, por ejemplo nuestras palmas silvestres que se llaman “washingtonias”, siguen viniendo de fuera a decirnos cómo nombrar nuestros recursos naturales. Aclaro que por no estar calificado como un botánico académico, no pude describir y registrar científicamente este hallazgo.

El Municipio de Mexicali, B.C., nunca se había distinguido por ser tierra de agaves. Pero el desierto hiperárido que lo rodea, en este caso los pedregales de granodiorita y tonalita, han permitido la evolución de este agave azul-verde (ver fotos en mi FB). Otra vez los humanos descubriendo lo que ha existido por milenios. Llamamos descubrir al ver algo por primera vez. Ahora investigo si esta especie es de la que históricamente se ha destilado licor en esta región.

El autor es investigador ambiental independiente.

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