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De historia y algo más

Los humedales del Delta del Río Colorado en los estados de Baja California y Sonora son un sitio Ramsar con el registro MEX-005 en nuestro país y ocupan aproximadamente 250 mil hectáreas. Cuentan con una fauna y flora prioritaria (especies en peligro de extinción): La vaquita marina, la totoaba, el pez cachorrito del desierto, el palmoteador de Yuma, especies endémicas como el gruñón; especies de importancia económica como el camarón azul, camarón café, camarón blanco y la curvina aleta amarilla, entre otras. De las 37 especies de peces endémicos del Golfo de California, 22 están confinadas al Alto Golfo. Las principales amenazas asociadas a las actividades humanas, en mayor o menor grado, se derivan del manejo inadecuado de los recursos, tales como el uso del agua del Río Colorado, pesca, turismo, actividades cinegéticas, agricultura y desarrollo de centros urbanos y con un futuro poco alentador por la falta de agua, la supervivencia del delta del Río Colorado depende hoy de los acuerdos a los que lleguen los usuarios del agua, los científicos, los ambientalistas y los gobiernos de México y Estados Unidos. La zona del Delta hoy reducido a un 10% de su área original debido a la reducción del agua, depende de la colaboración y en entendimiento entre los actores de ambos países. El Río Colorado en su parte mexicana está muerto y uno apenas puede imaginar la grandeza que antaño tenía el río. Hasta las primeras décadas del siglo pasado, era una vía de comunicación por dónde navegaban buques de vapor. En los últimos 65 años, el Colorado fue sometido a un intenso uso de su agua para satisfacer la demanda de los sectores agrícola, urbana e industrial en Estados Unidos y en México. Pese a que el manejo ha sido nocivo para el hábitat natural, aún hoy el delta del Colorado tiene atributos importantes que en opinión de los científicos es prioritario conservar. Los últimos signos de las relaciones políticas entre México y Estados Unidos dan a entender que en esta refinada guerra política por el agua el perdedor será el delicado ecosistema del delta. Por un lado hay una férrea lucha por el agua entre los gobiernos estatales de los Estados Unidos, en la que además compiten los usuarios agrícolas y urbanos, principalmente. Además, está la asignación a México, asegurada en el Tratado de Aguas firmado en 1944 por ambos países. El actor al que invariablemente le ha tocado la peor parte en el reparto del agua es al delta del río Colorado. En esta pelea por el agua, el delta poco ha ganado como usuario pasivo de los flujos de agua que llegan a la desembocadura del río. A los usuarios del distrito de riego del Valle de Mexicali poco les importa el estado actual del delta del Colorado, son incapaces de ahorrar agua para que ésta sea aportada como un flujo constante por el Río Colorado el cual es el más alterado del hemisferio occidental, ante la falta de participación de los agricultores del valle de Mexicali estamos presenciando uno de los ecocidios más grandes del mundo, el cual se inició en 1931 con la construcción de la presa Hoover, en Nevada.

El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

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