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Mirador

Iba la lechera con su cántaro al mercado.

Pensaba que con el dinero que obtendría por la venta de la leche se compraría huevos que le darían pollos. Con el dinero que obtendría por la venta de los pollos se compraría una vaca. Con el dinero que obtendría por la venta de los terneros que le daría la vaca se compraría una casa. Y ya dueña de una casa no le sería difícil encontrar marido.

En eso iba pensando cuando se le acercó un apuesto joven que le dijo:

-¿Me permite, señorita, que le ayude a llevar su cántaro?

En ese momento la lechera supo, con su intuición de mujer, que ya se había ahorrado lo de los huevos, los pollos, la vaca, los terneros y la casa.

Y supo también que le había ahorrado al mundo lo del fabulista que esperaba que el cántaro se le rompiera para poder escribir una fábula moral.

¡Hasta mañana!...

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