Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / notamigracion

De historia y algo más

Cuando se quiere personificar el período de grandeza de Atenas, se ha hablado siempre del “siglo de Pericles”, por haber estado gobernada la ciudad por uno de los jefes más notables que tuvo a lo largo de su historia. Poseía una gran cultura que había adquirido siendo discípulo de Anaxágoras, de los sofistas y de Sócrates, gustaba del teatro, y de la tragedia. Los persas, de Esquilo, le hizo comprender la importancia de las Guerras Médicas, el papel de Atenas y la verdadera mentalidad de aquel pueblo a quien el ateniense medio llamaba bárbaro. Porque Pericles, que había nacido en el año 499, tenía sólo nueve cuando se dio la batalla de Marathón, y diecinueve cuando se produjo la victoria de Salamina. Su padre le había legado el gran éxito de la toma de Sestos, y Pericles se puso al frente del partido demócrata, junto con Efialtes, que combatió duramente a Arístides y Cimón, jefes del partido aristócrata, así como al gran historiador Tucídides, también de este partido. La actuación política de Pericles comenzó el año 461 a.c. a raíz del ostracismo de Cimón. Pericles junto con Efialtes, había reorganizado el gobierno de la ciudad en un sentido más democrático, debilitando el poder del Areópago que pasó en parte a la Bulé, o asamblea de los quinientos, y en parte al mismo pueblo a través de un numerosísimo jurado sacado a suerte entre las listas de ciudadanos. Hizo posible el acceso a los más altos cargos del Estado --los arcontes-- de la clase popular, hasta entonces imposibilitada de llegar a ellos, mediante la remuneración oportuna, que permitía a los trabajadores dedicarse a la política sin pensar en el trabajo necesario para subsistir. Poseía este hombre genial algo que constituía principal motivo de admiración para los griegos: una oratoria fácil y convincente que se apoyaba siempre en la verdad y no temió las críticas de aquellos a quienes acusaba, incluso de sus propios conciudadanos. Por eso pudo regir la ciudad de Atenas y su actuación ha quedado como modelo de hombre de Estado democrático. Durante este período embelleció a Atenas con formidables monumentos, levantando el Partenón, los Propileos y el Odeón. Su amigo Fidias labraba para la Acrópolis las dos estatuas de Pallas Atenea y la de Zeus Olímpico y todas estas obras eran pagadas con el tesoro de la Confederación de Delos. Pero aunque la oposición aristocrática casi había desaparecido, a la izquierda de Pericles surgió un partido llamado de los demagogos, que atacó el gran político directa e indirectamente. Se le acusaba de autócrata y de que llevaba sangre de los pisistrátidas, es decir, de tiranos; de un modo indirecto, los ataques fueron dirigidos contra parientes y amigos, incluso contra su mujer Aspasia, famosa por su belleza y su talento, a la que defendió él mismo porque siendo extranjera no podía actuar delante de los tribunales por cuenta propia. En su defensa pronunció uno de los más apasionados y emocionantes discursos de su carrera. El presidente electo de México fijo sus salario mensual en $108,000.00 y está a punto de enfrentar la rebelión de los arcontes, nadie que trabaje en los tres órdenes de gobierno, está dispuesto a perder sus privilegios, auto nuevo, chofer, gastos de representación, altos sueldos, etc., y mucho menos a ganar menos de $100,000.00 mensuales.

jaimenavarro@tecnyco.com.mx

*- El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

Temas relacionados