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Dueñez empresaria

Maduración de la querencia

El sueño inicial del empresario puede convertirse en poderoso motor de su organización.

El verdadero emprendedor tiene una fuerza interior inquebrantable, pero no siempre tiene muy claro adónde quiere ir, ni mucho menos los caminos que va a seguir.

Los empresarios no suelen desarrollar una proyección muy precisa del camino que quieren seguir. Su querencia, en términos generales, es fuerte e intensa, pero difusa. Afinada, enriquecida y traducida a qués y cómos concretos, habrá de convertirse en una visión común que le dé dirección al equipo de trabajo.

El proceso de maduración de la querencia ocurre intuitivamente en un sueño del empresario, quien lo ve cada vez más claro y va aprendiendo a compartirlo con sus colaboradores. En el carácter intuitivo de este proceso radican sus virtudes, y también sus debilidades si no hay una revisión que asegure una mínima dosis de realismo y coherencia.

La inicial querencia intuitiva requiere ser pulida y enriquecida para servir como herramienta de gestión del crecimiento de la empresa, pues contiene la simiente de lo que puede llegar a convertirse en una integral visión estratégica para la organización. Nace incompleta, rudimentaria, y el empresario, solo, tal vez nunca llegará a hacerla madurar; como líder, tendrá que crear las condiciones para que esa querencia intuitiva sea revisada periódicamente por él y su equipo. Este proceso de maduración incluye varias etapas.

Reconocer la querencia. Es tarea del empresario descubrir su propia querencia. A sus colaboradores corresponde reconocerla y aceptarla como base para toda visión de futuro. No siempre se contará con declaraciones explícitas y bien definidas de esa querencia. Las más de las veces habrá que ayudar al empresario a ponerla en blanco y negro para hincar el proceso.

Clarificarla y cuestionarla. Este proceso, que nunca termina, continúa con la interpretación del significado y aplicación de la querencia en distintos ámbitos del quehacer empresarial. El cuestionamiento puede ser individual o en equipo, genérico o referido a aspectos específicos. Muchos miembros de la empresa, junto con la definición del dueño, podrán participar en la maduración de la querencia. Será conveniente responder a las dudas, controversias y propuestas que se planteen.

Afinarla y enriquecerla. Como la querencia será siempre una declaración incompleta, este proceso contribuye a redondear sus partes inconclusas o a extender ideas parciales. Los planteamientos del empresario siempre admiten nuevas facetas que permitan incrementar su valor y alcance, y que inciten a una más fuerte cohesión de todos.

Conciliarla. Los nuevos líderes con quienes se tenga que compartir el poder al crecer la empresa, aportarán nuevas e inéditas aspiraciones o intenciones que podrán parecer extrañas. También este proceso de maduración implicará escuchar, entender, aceptar y negociar estas nuevas aportaciones e integrarlas a la querencia prevaleciente.

Transmitirla y vivirla. La querencia no sirve como instrumento de dirección si no se comparte con la organización. El empresario decidirá cómo y hasta qué profundidad llegar. El ejemplo es el mejor transmisor de la querencia de los líderes. Si los propietarios y luego los directivos actúan como modelo y aplican los principios de la querencia, la organización fácilmente aprenderá y la pondrá en práctica también.

Aplicarla. No buscamos una fantasía, sino inspirar nuestra querencia a la organización para hacer realidad nuestro proyecto de futuro, actualizándolo de vez en cuando, y así lograr que los colaboradores lo hagan suyo y lo apliquen a su quehacer diario.

La querencia personal del empresario deberá convertirse en efectiva herramienta institucional de gestión del crecimiento al plasmarse en compromiso compartido por todos.

Dirigir sin un proyecto de futuro es dispersar nuestra energía en esfuerzos a corto plazo. La voluntad de nuestra compañía se configura por la aglutinación del corazón de todos sus miembros. La maduración de la querencia consiste en moldear esa voluntad común; al lograrlo, madura nuestra empresa y nosotros también.

* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

** Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.

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