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De historia y algo más

Naumaquias

A pesar de que los antiguos romanos no conocían la televisión o el cine, tenían modos de entretenimiento que hoy en día nos pueden parecer atrevidos y hasta terroríficos. Los entretenimientos más conocidos y famosos que se ha perpetuado hasta nuestra era han sido los combates de gladiadores. Pero el premio al posible mayor espectáculo de la edad antigua se lo debemos a las naumaquias, cuyo significado literal se traduce como “combate naval”. Eran espectáculos con un altísimo costo, más belicosos y sangrientos que las peleas de gladiadores. El artífice del primer evento de este tipo fue Julio César, allá por el 46 a.C. Julio César fue un hombre de férreos principios, que gustaba de acumular galardones y victorias. Fue por motivo de uno de sus últimos triunfos lo que le llevó a ordenar construir un lago artificial bañado con el agua del río Tíber. Se excavó un foso en la ribera del río, que luego se llenó con agua del Tíber mediante canales y que albergó birremes, trirremes y cuadrirremes, que eran ocupados por prisioneros galos y de otras tribus conquistadas por Roma para deleitar al público encolerizado que fue al encuentro. De los prisioneros se sabe que unos cedieron al papel de remeros. Otros, en cambio, quedaron como guerreros. Pero todos ellos tenían algo en común: sabían que iban a morir ahogados o heridos por el hierro de sus adversarios. El objetivo de aquellas representaciones era recrear famosas batallas históricas. Además de emplear flotas del período helenístico, también se utilizaron representaciones de navíos de Egipto y Tiro. El número total conocido de la primera naumaquia fue de dos millares de combatientes y el doble de remeros. En el 2 a.C. tuvo lugar otra naumaquia conocida. Esta vez Augusto, con motivo de inauguración del templo de Marte, fue el encargado de orquestar 30 navíos con espolón y unos 3000 combatientes sobre una piscina artificial que hoy en día nos parecerían imposibles. Sus medidas fueron de varias hectáreas. El centro de la piscina, que según Plinio era una especie de isla que no quedaba inundada por el agua, era el mejor lugar para ver el espectáculo en primera persona, y que estaba reservado a las clases más elitistas y exigentes. En uno de esos eventos se inmortalizó la famosa frase Morituri te salutant (Los que van a morir te saludan) y que erróneamente se atribuyó a los gladiadores de los espectáculos. Con Tito y Domiciano, de la dinastía Flavia, la naumaquia se representó en un prácticamente inaugurado Coliseo de Roma, que se costeó con el saqueo de los tesoros de los templos de Jerusalén por parte de Vespasiano. En Mexico cada tres o seis años se organiza algo parecido a las naumaquias, se llaman elecciones, es un espectáculo con un altísimo costo, belicoso a través de las redes sociales, los participantes llamados candidatos (un poco más de 18,000) en lugar de hacer propuestas para elevar el nivel y la calidad de vida de los mexicanos hacen campañas y discursos de odio, propiciando enfrentamientos entre personas de distintos niveles económicos, hacen promesas incapaces de cumplir como el repartir dinero a la población sin necesidad de trabajar, solo 3,400 serán elegidos, los restantes dirán: Morituri te salutant (Los que van a morir te saludan) .

*El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros

Civiles de la República Mexicana.

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