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Ecoanálisis

El Yeti

No confundir con las supereficientes hieleras del mismo nombre, Yeti es una palabra nepalesa que un periodista de la India tradujo como el “abominable hombre de las nieves”, una leyenda del Himalaya y su cordillera, el techo del mundo de nieves perpetuas con 8 mil kilómetros de altitud sobre el nivel del mar, ¡la altura de vuelo de un jet! Expedicionarios ingleses han reportado desde 1887 encuentros lejanos con una criatura de tres metros de alto, peluda como oso, pero que camina en dos patas. Ningún animal conocido coincide con esta descripción.

El mismo Sir. Edmund Hillary y su guía sherpa Tensing Norgay, reportaron haber encontrado huellas semihumanas de 45 centímetros de largo, en su histórica conquista del Everest en 1953. Pero si para Occidente esto era una sorpresa, para los pueblos vecinos de la célebre cordillera considerada el techo del mundo, la leyenda o mito del Yeti data de siglos. Reportes de encuentros cercanos e incluso peleas entre humanos y la bestia abundan en la kriptozoología, disciplina que investiga para confirmar la existencia de nuevas especies animales.

El antropólogo francés Claude Levy-Strauss dedicó su vida a estudiar mitos y leyendas y concluyó que siempre parten de un hecho cierto, que la cultura popular distorsiona mediante la tradición oral. En un tiempo me fascinó el tema y sobre todo su contraparte, llamada en Norteamérica sasqwash o Big Foot (Pie Grande), otra bestia que ronda en Canadá y Norte de los EUA, del que hablaré en otra ocasión. Este domingo recurro al yeti en virtud de que recientemente un grupo de científicos por fin tuvo en sus manos unos cuantos cabellos oscuros que nepaleses aseguran son del abominable hombre de las nieves.

La prueba de ADN arrojó que parecen pertenecer a un subgrupo de osos café del Himalaya que puede estar relacionado con la leyenda debido a su gran tamaño. Ellos descartan que el Yeti fuese un antropoide, una especie de gorila gigante de las nieves, y en su lugar se inclinan a que los pelos pertenezcan a un úrsido (oso) poco conocido. Pero advierten que el material genético que les fue proporcionado no es suficiente para determinar a qué especie animal conocida corresponde.

Recordemos que tradicionalmente se describe una nueva especie con varios ejemplares, vivos o muertos a la mano, al menos así se hizo durante el siglo pasado. Entonces unos cuantos pelos no son suficientes para determinar de qué especie se trata. Pero el imaginario cultural nepalés poco a nada le importa la disertación científica. Para ellos, desde sus más remotos antepasados han convivido con el temible yeti y seguramente seguirán atados a su tradición. Antropoide o úrsido, conocer a una bestia que calza 45 centímetros, pesa más de una tonelada, mide tres metros y camina erguido, aunque fuese un oso sería la gran noticia del siglo XXI, esto si es que los nuevos exploradores logran traer a uno de las orejas a presentarlo en sociedad.

El autor es investigador ambiental independiente.

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