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De historia y algo más

El mundo ha tenido grandes civilizaciones que a través de los siglos nos han dejado un legado importante de conocimientos en democracia, derecho, literatura, construcción, arquitectura, agricultura, ciencias, ingeniería, artes, negocios e incluso en pequeños detalles de la vida cotidiana. Todas ellas fueron imperios como los persas, los egipcios, los griegos, los romanos, los otomanos, los incas y los aztecas, esos grandes imperios tuvieron su ascenso y su decadencia, el más importante de ellos por su legado y duración (más de 1,600 años) fue el Imperio Romano. Según la tradición romana, la ciudad de Roma fue fundada en el año 753 a.C. por los gemelos Rómulo y Remo a las orillas del Tíber, esta pequeña ciudad floreció y se desarrolló hasta llegar a ser considerada durante la época previa a la República, superior a sus vecinos, haciéndose cada vez más fuerte a medida que se apoderaba de más territorios. En la República, alrededor del año 270 A.C. Roma dominaba toda la península Itálica y seguía su expansión. Este imperio que a partir del siglo I a.C. sería gobernado por emperadores, creció y absorbió ciudades y territorios que hoy en día comprenden más de 40 países con 5.000 Km., de un extremo a otro. La decadencia parece haberse instalado en el Imperio durante el Siglo 4to D.C., su vasto territorio empezó a ser más difícil de proteger. Las invasiones también tuvieron un efecto en la economía, ya que el comercio se vio afectado y el dinero de las edificaciones públicas y las ceremonias debió ser desviado al ejército. La elite romana no por mucho tiempo retuvo sus valores tradicionales. No entendía que las instituciones de la República, que desarrollaron una ciudad de unos cuantos miles de habitantes, eran incapaces de administrar un imperio de millones. Por ejemplo, Roma no tenía un adecuado sistema financiero y dependían del ingreso anual, fruto del tributo e impuestos, como capital operante. Cuando los impuestos y sus ingresos declinaron, las consecuencias fueron severas crisis económicas. Los senadores romanos respondieron sólo a las crisis y en los siglos siguientes tendrían que enfrentarse a grandes crisis internas. Los políticos dieron un giro a la población urbana y a sus seguidores: distribuyeron comida y proporcionaron entretenimiento. Una competencia salvaje por los puestos del estado permanecía como elemento fundamental en la búsqueda de prestigio. Todo romano ambicioso invertía tiempo en la campaña electoral y manuales, que le suministraran las lecciones y las estrategias necesarias para la elección. En Mexico una gran parte de nuestros legisladores, regidores, alcaldes, funcionarios federales, estatales y municipales en lugar de dedicarse a cumplir para lo que fueron electos o invitados a participar en la función pública, dedican gran parte de sus recursos en tiempo y dinero a buscar la siguiente posición política que les proporciones estabilidad económica y poder. Es increíble ver como reparten millones de pesos a manos llenas en despensas, apoyos contra la pobreza, subsidios a la gasolina, todo en aras de un voto que les permita seguir viviendo del erario, vividores del sistema que aun perdiendo una elección son ganadores, todos los políticos quieren acabar con la corrupción, pero quieren seguir viviendo en un sistema político que está en plena decadencia en lugar de transformarlo en beneficio de más de 125 millones de mexicanos.

El autor es ex presidente de la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles de la República Mexicana.

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