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Póstigo

Trump ¿espantado?

Por necesidades defensivas y ofensivas el imperio gringo ha considerado a México como distancia posible para atentar sobre el cielo, territorio, costas y mares de aquella nación situando, en dicha mira, la obsesión de ver en peligro la pérdida de su cultura, color de piel, religión y confort que tanto “sacrificio” ha costado desde el exterminio de las tribus originarias de aquel terruño, hasta la forzada anexión de la mitad de México sin contar, por supuesto, el saqueo y explotación de pueblos gobernados por vendedores de la patria.

Estratégicamente de esta frontera Norte al límite con Guatemala los yanquis han escudriñado sobre lo ancho y largo de México que por obvias razones incluye al gobierno, partidos políticos, grupos financieros, movimientos sociales, recursos naturales, narcotráfico, etcétera; donde muchos suponen que para tal efecto se recrean procedimientos de espionaje capaces de medir y suministrar datos precisos para la seguridad estadounidense aun cuando, y más allá de la sofisticada tecnología, en México el régimen siempre ha tolerado que la CIA, FBI, DEA y trastos tenebrosos parecidos fisgoneen a su antojo directa y personalmente.

Hurgar de parte de policías norteamericanos desde la embajada, consulados y negocio de fachada que credencializan a los provocadores de Washington para actuar en nuestro territorio para nadie es un secreto, sin embargo, en muchas ocasiones escuchamos voces sorprendidas de ver como por “arte de magia” el gobierno de aquel lado advierte al de acá sobre asuntos económicos o, tal es frecuente, filtra las corruptelas de ciertos políticos, los detiene, encarcela o simplemente extradita con su correspondiente divulgación publica; sobra decir que dicha “magia” proviene de la enorme telaraña espía que manosea al país entero.

Humillado el pueblo por aquellos valores entendidos entre la clase gobernante mexicana y la Casa Blanca; de las ignominias presidenciales brindadas al imperio del Norte sobresale, entre otras, el despreciable temperamento gallina de Vicente Fox Quesada que en aras de venerar al fascistoide George W. Bush, cerró el paso a un inesperado tropiezo del texano con el comandante Fidel Castro manifestándole a éste: “comes y te vas…” forzando el retorno a la isla del Presidente cubano evitando, por dicha vía, que “su excelencia” Bush Jr divisara la presencia del histórico líder popular, guerrillero, escritor, ideólogo, gobernante y estadista: Lo contrario del lame suelas, Fox Quesada.

Corría la Segunda Guerra Mundial cuando por sus pistolas el Tío Sam dispuso que transitaran por suelo bajacaliforniano pertrechos militares norteamericanos para ser embarcados en nuestras aguas. El general Lázaro Cárdenas del Río, entonces inquebrantable secretario de la Defensa Nacional, no solo rechazó verbal y enérgicamente tal despropósito sino que alertó al Ejército para repeler cualquier intento bélico gringo. De aquel hecho patriótico y soberano han sobrevenido décadas de ignominia prianista, que en síntesis llevaron a Donald Trump y sus Kukluxklanes a desplegar a la Guardia Nacional (fuerza militar) en la frontera con México obteniendo, como respuesta, un mortecino exabrupto de parte de Peña Nieto, aspirantes presidenciales, líderes partidistas de pacotilla, senadores entreguistas e infaltables analistas de ocasión.

El espanto trumpista debe de ser pavoroso…

* El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.

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