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Columna Huésped

Retratos tijuanenses

Cuando se habla de Tijuana como centro cultural lo primero que se menciona es a sus numerosos artistas en todas las disciplinas habidas y por haber. Pero yo creo que el fundamento cultural de esta ciudad fronteriza se localiza en sus editores, promotores e investigadores, en gente como José Jesús Cueva Pelayo y como Humberto Félix Berumen, pilares del estudio sostenido sobre Tijuana en primer lugar y sobre Baja California en cada oportunidad que tienen de difundir sus logros. De este par de intelectuales hoy quiero hablar.

José Jesús Cueva Pelayo: Su mundo es el mundo de los periodistas de prosapia, de los periódicos amarillentos, de las noticias con cien años de antigüedad. Después de Armando Ives Lelevier, Cueva Pelayo fue quien continuó la investigación sobre el periodismo bajacaliforniano, sus protagonistas, sus triunfos y percances. Entrevistó a la vieja guardia del periodismo en los años 70 del siglo pasado y después fundó, en el Instituto Tecnológico de Tijuana, un taller de creación literaria. Para mí don Jesús ha sido una fuente constante de información. Sin su ayuda –y la de su alumna, Teresa Avedoy– no hubiera podido escribir el libro "La canción del progreso. Vida y milagros del periodismo bajacaliforniano" (2000). Mucho le debo a don Jesús por su interés genuino en nuestro pasado regional. A él siempre me lo encuentro en las ferias del libro, recorriendo los pasillos con mirada acuciosa, tratando de encontrar documentos que le ofrezcan pistas nuevas sobre la prensa de nuestra entidad. Desde su perspectiva, libros, revistas y periódicos son vida envuelta por el ámbar del tiempo: tesoros que hay que exhumar para devolverlos a los lectores de hoy. Por eso fue un merecido homenaje el que la Feria del Libro de Tijuana le hiciera en 2017. Como editor y lector incansable de lo nuestro no hay otro como él.

Humberto Félix Berumen: Con Humberto Félix Berumen, el crítico literario especializado en narrativa bajacaliforniana y fronteriza, no siempre hemos coincidido en nuestras respectivas apreciaciones de la literatura fronteriza, norteña o bajacaliforniana, pero cómo nos hemos divertido discutiéndolas. Por otra parte, desde mediados de los años 80 a la fecha, es decir, desde que lo conozco, Humberto ha sido un crítico constante, un historiador de nuestra literatura, un promotor de nuestra cultura y un profesor que ha señalado, a las nuevas generaciones, la importancia de Baja California y de la frontera Norte como espacio de creación literaria, como zona primordial del imaginario nacional. Con su pipa inseparable y su libro bajo el brazo era el erudito por excelencia, el crítico que no se dejaba llevar por famas o modas a la hora de decir lo que pensaba. A él le debemos muchos saberes sobre nosotros mismos, muchos recuentos sobre nuestra realidad. Por él descubrimos que la crítica no es alabanza o vituperio: sino conocimiento pleno del mundo, interpretación argumentada de los textos que leemos. Un trabajo riguroso, fundamentado, veraz. Por él supimos a discrepar para hallar una verdad más compleja y rica.

Con Félix Berumen, la crítica literaria se volvió crítica profesional: tan creativa como el texto que se analiza, tan vivaz como el tema a tratar. Un método para clarificar la obra, para hacerla comprensible a los demás. Un sistema de transparencia que hace a un lado lirismos y misterios para adentrarse en el texto con precisión, con sabiduría, con honestidad y franqueza. Un escritor de extrema seriedad que ha dicho lo que piensa y que, por ello, ha roto los corazones de muchos autores locales. El rigor es su religión. La exactitud, su ideología. Cuando platico con Humberto es como estar platicando con alguien que ha leído todo lo que cita y que no intenta, como tantos otros escritores que se autoproclaman como críticos y que sólo hacen florituras verbales, decir lo que sabe sin probarlo frente a los demás.

Hoy que ya hay otras voces en ese campo literario, que Humberto ha bajado su ritmo de colaboraciones sobre la literatura regional, hay que verlo como el pionero de nuestras letras en ese campo del saber.

Ahora que veo a tantas almas puras autoproclamarse escritores, artistas, genios, cuánta falta hace una postura crítica como la suya. Alguien que sacuda el árbol de las artes para obtener los frutos buenos, la cosecha mejor. Y que lo haga con la pipa en la boca, sin ceder a sentimentalismos, a compasiones mal entendidas. Como todo un intelectual, faltaba más.

* El autor es escritor y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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